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El retrato en la “Edad de Oro”danesa (II) (Fisionomías XXX)

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Christoffer Wilhem Eckersberg. Claro de luna en una calle. 1838. Museo Nacional de Arte de Copenhagen..

Christoffer Wilhem Eckersberg. Claro de luna en una calle. 1838. M.N.Copenhague. Foto R.Puig

Decíamos el pasado domingo que no siempre las edades de oro coinciden con las de paz. Pero la paz tiene diversos sentidos, no sólo la falta de guerra, sino también eso que solemos llamar la paz interior. El grabado que encabeza esta entrada es uno de los pocos que realizó Christoffer Wilhem Eckersberg, de quien ya hemos tratado y que, además de ser considerado “el padre de la pintura danesa”, fue un experto en el arte de la perspectiva y un profesor de la misma materia. Lo que me llama la atención es que la calle parece un callejón sin salida, un poco como las situaciones en las que colocó a la filosofía, también en Dinamarca y también en esa “Edad de Oro”, el autor de Temor y temblor, es decir Søren Kierkegaard (1813-1855), quien, a juzgar por todas las obras que escribió (firmadas o bajo seudónimo) a partir de cuando se conocen las primeras, debió de estar escribiendo día y noche durante 14 años.

Si el filósofo estaba tan angustiado y desesperado como expresan sus obras, esa es una cuestión sobre la que no se ponen de acuerdo los estudiosos, pero la época de oro danesa a la que alude la exposición que estamos comentando fue también el substrato de otras guerras interiores de las que siguió tratando la filosofía de la existencia durante más de un siglo.

Pero volvamos a nuestros pintores de aquella edad dorada…

Martinus Rørbye (1803-1848)

Aunque es sobre todo conocido como un gran pintor de paisajes y escenas exóticas, en los que influyeron sus incansables viajes por Escandinavia, Italia, Grecia y Turquía, siempre encontró tiempo para retratar a su madre en repetidas ocasiones, incluido este retrato de su progenitora poco antes de la muerte del pintor (ella le sobrevivió tres años).

Martinus Rørbye. La madre del artista, 1848, detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Martinus Rørbye. La madre del artista, 1848, detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Como otro testimonio de un siglo en que las fuerzas navales de Dinamarca fueron humilladas por la armada británica, dejó el retrato de un marino danés en uniforme, cuya expresión habla de recuerdos tristes

Martinus Rorbye. Viejo marino sentado en un cañón, 1826, detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Martinus Rørbye. Viejo marino sentado en un cañón, 1826, detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

El viejo combatiente está sentado en la cureña de un cañón. Quién sabe si el parapeto de madera que le sirve de fondo indica que el marino jubilado se halla en el que fue su buque de guerra, fuera ya de servicio y arrumbado en algún muelle de Copenhague.

Martinus Rorbye. Viejo marino sentado en un cañón, 1826, detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Pero el siglo todavía le reservaba a su país nuevos desastres…

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Albert Küchler (1803-1886)

Si Rørbye no fue longevo, lo contrario le ocurrió a Küchler, quien vivió casi ochenta y tres años, de los cuales cincuenta en Roma -¡bendita dieta mediterránea!- donde fue un activo miembro de la colonia de artistas daneses como pintor de retratos y escenas cotidianas de género romano. Tras su conversión al catolicismo, se especializó en lienzos de carácter religioso.

Albert Küchler. Escena romana. 1833. Detalle. M.N.Copenhague. Foto R.Puig

Albert Küchler. Escena romana. 1833. Detalle. M.N.Copenhague. Foto R.Puig

Su pintura es realista y, a mi modo de ver, su composición es clásica y  rafaelita.

Albert Küchler. Escena romana. 1833. Detalle. M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Albert Küchler. Escena romana. 1833. Detalle. M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Las dos escenas son parte del mismo cuadro

Albert Küchler. Escena romana. 1833.

 

Tras residir tres años en Silesia, Albert Küchler, que había ingresado en la Orden de San Francisco, pasó los últimos años de su vida en un monasterio romano, donde fue autorizado por el Papa a seguir pintando hasta su muerte.

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Constantin Hansen (1804-1880)

Nuestro siguiente pintor, en sentido contrario al precedente, nació en Roma aunque creció en Viena, donde su padre, Hans Hansen, conocido retratista, había retratado a los hijos de Mozart y a la viuda del genio, Costanza, que fue la madrina en el bautizo del pequeño Constantin. Cuando sólo contaba un año de edad la familia retornó a Copenhague. Con tales principios no es extraño que fuese soñador, pues se dedicó a pintar motivos literarios, históricos y sagas de la mitología nórdica. Lo traigo a mi selección porque también fue un excelente retratista.

Los retratos de sus hermanas recuerdan que, con solo veinticuatro años, el pintor se hizo cargo de ellas al morir de tifus los padres.

Constantin Hansen. Las hermanas del artista, 1827. Detalle. M.N.Copenhague. Foto R.Puig

Constantin Hansen. Las hermanas del artista, 1827. Detalle. M.N.Copenhague. Foto R.Puig

Además de ocuparse de sus tres hermanas el pintor se casó a los cuarenta y dos años. Su esposa Magdalene Barbara Købke era hermana de Christen Købke, artista del que trataremos enseguida. Tuvieron trece hijos, cuatro de los cuales murieron con menos de un año y otro a los diecinueve en un naufragio.

Constantin Hansen. Meta Magdelene Hammerich y la hija del artista Kristiane, Detalle, 1861 M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Constantin Hansen. Meta Hammerich y la hija del artista Kristiane, 1861 M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Kristiane Konstantin-Hansen (1848-1925) es la hija mayor del pintor que aparece en este cuadro. Andando el tiemp, se convirtió en una famosa artista del tapiz y activa protagonista del movimiento feminista y sufragista danés.

Kristiane Konstantin Hansen. Wikipedia

Kristiane Konstantin Hansen. Wikipedia

Ser la hija mayor de una familia tan numerosa, en la que hubo tantos momentos duros, debió tener algo que ver con su extraordinario temple y su carácter emprendedor. Sus padres influyeron seguramente en la vocación artística no sólo de la hija mayor, sino también en la de otra hija, diez años más joven, Elise Konstantin-Hansen (1858-1946), que llegó también a ser una reputada pintora y ceramista. 

Constantin Hansen. Retrato de su hija Elise. Colección particular. Foto Wikipedia.

Constantin Hansen. Retrato de su hija Elise. Colección particular. Foto Wikipedia.

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Christen Købke  (1810-1848)

Recibió, a poco de casarse una beca de la Academia para viajar a Italia, con lo que se despidió de su esposa y en Roma se reunió con el hermano de ella, escultor, y con otros artistas suecos. Durante varios meses viajó por el sur de Italia con el también cuñado Constantin Hansen  (casado con su hermana) dibujando y pintando paisajes al aire libre. Terminado su Grand Tour italiano retornó con su paciente esposa. Por desagracia el pintor moriría ocho años más tarde de pneumonía. No fueron sus paisajes los que le dieron de comer, sino la herencia familiar, sus retratos y la decoración del Thorvaldsen Museum en Copenhague.

Antes de estos viajes, había ya realizado abundantes retratos, como los que aquí mostramos…

Christen Kobke. El pintor paisajista Frederik Sodring. 1832. Detalle. Colección Hirschprungske. Copenhagen. Foto R.Puig

Christen Købke. El pintor Frederik Sødring. 1832. Detalle. Col. par. Copenhague. Foto R.Puig

En este, el amigo y colega Frederik Sødring aparece con sus trebejos de pintor y al fondo alguno de sus dibujos. Era costumbre que unos pintores retratasen a otros como quien dice “con las manos en la masa”.

Christen Kobke. El pintor paisajista Frederik Sodring. 1832. Colección Hirschprungske. Copenhagen.

El retrato del temperamental y admirado escultor Hermann Ernst Freund  (1786-1840) se rige también por esas pautas.

Christen Kobke. El escultor Hermann Ernst Freund, 1838. Real Academia de Bellas Artes. Copenhagen

Christen Købke. El escultor Hermann Ernst Freund, 1838, detalle. Real Academia de Bellas Artes. Copenhague. Foto R.Puig

El escultor está pensando en su obra y tiene ante sí el modelo en arcilla de su escultura de Odin.  Abstraído en su tarea y en ropa de trabajo, no mira al retratista,

Christen Kobke. El escultor Hermann Ernst Freund, 1838. Real Academia de Bellas Artes. Copenhagen.Foto R.Puig

Como Martinus Rørbye había hecho pocos años antes, también retrató a un viejo marino danés con el rastro de los muchos años de navegación de un lobo de mar sobre el rostro.

Christen Kobke. El viejo marino. 1832.Museo Nacional de Arte. Copenhagen.

Christen Købke. El viejo marino. 1832, detalle. M. N. Copenhague. Foto R.Puig

La piel de la anciana campesina, cuadro también realista del mismo año, está marcada por una vida de labores rurales y domésticas.

Christen Købke. Anciana campesina.1832.Museo de Arte de Randers..

Christen Købke. Anciana campesina.1832.Museo de Arte de Randers. Foto R.Puig

Por hoy y para terminar, nos quedamos con el retrato del Profesor Frederik Christian Sibbern  (1785-1872) un filósofo de gran renombre en la Dinamarca de su época autor de obras de Lógica, Psicología, Cosmología y Filosofía Moral.

Christen Købke. Profesor Frederik Christian Sibbern, 1833. Detalle. MN. Copenhague.

Christen Købke. Profesor Frederik Christian Sibbern, 1833. Detalle. M.N. Copenhague. Foto R.Puig

Fue realizado por Købke a lápiz. Era un encargo del profesor para ser trasladado al grabado, lo que permitía una edición de su imagen destinada a los alumnos. ¿Quién de ellos sería capaz de descuidar la preparación de los exámenes bajo una mirada tan inquisitiva como la suya?

Continuará…

 


El retrato en la “Edad de Oro”danesa (y III) (Fisionomías XXXI)

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Elisabet Jerichau-Baumann. Soldado danés herido.1865. M.N.Copenhagen

Elisabet Jerichau-Baumann. Soldado danés herido.1865. M.N.Copenhagen. Foto R.Puig

Los pintores de la Edad de Oro danesa seguían adelante con su obra, un buen grupo de ellos trabajando fuera del país, en Italia, en Alemania, Austria… Pero los ecos de los desastres bélicos de Dinamarca se plasmaron en muy pocos lienzos. Sólo una artista, aparte del autor del cuadro del incendio de Copenhague, los destaca en esta notable exposición. Se trata de Elisabet Jerichau-Baumann a la que siguiendo con el orden cronológico de las fechas de nacimiento mencionaré en esta entrada.

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Wilhelm Marstrand (1810-1873)

Wilhelm Marstrand. Las hijas del artista, 1865. detalle. M.N. Estocolmo

Wilhelm Marstrand. Las hijas del artista, Ottilia y Christy. 1865. detalle. M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

A Wilhelm Marstrand se le compara por la calidad de sus dibujos con Jean-Baptiste Greuze (1725-1806), uno de los mejores dibujantes del siglo XVIII en Francia.

Wilhelm Marstrand. Las hijas del hermano con su niñera Justina. 1857. M. N.. Copenhagen

Wilhelm Marstrand. Las hijas del hermano con su niñera Justina. 1857. M. N.Copenhagen.

Académico en sus obras históricas y mitológicas, sin embargo son la extraordinaria calidad y expresividad de las escenas naturales de la vida cotidiana y el retrato de sus protagonistas los que le han ganado un lugar en la pintura europea del siglo XIX.

Además del retrato de sus hijas (Ottilia y Christy) es también admirable el de Justina, la niñera de sus sobrinas Emily y Annie Laetitia, con quienes la que fuera esclava y liberta aparece en un parque de Copenhague.

El padre de las niñas y hermano del artista, Otto Jakob Marstrand (1809-1891), fue un acaudalado comerciante y cónsul en la isla de Santo Tomás, colonia entre 1671 y 1917 como parte de las Indias Occidentales danesas, en donde prosperó el mercado esclavista y el cultivo de la caña de azúcar, al que fueron obligados generaciones de esclavos africanos, hasta que se les dio la libertad en 1848. 

Cuando el trabajo dejó de ser esclavo la economía de la isla decayó y Justina viajó con la familia a Dinamarca, donde siguió trabajando como niñera y gobernanta. 

Wilhelm Marstrand. El profesor de Historia Niels Lauritz Hoyen, 1868. detalle. M.N.Copenhagen. Foto R.Puig

Wilhelm Marstrand. Niels Lauritz Høyen, 1868. detalle. M.N.Copenhagen. Foto R.Puig

Este magistral retrato del ilustre crítico e historiador del Arte Niels Lauritz Høyen (1798-1870) fue realizado por Marstrand como presente por el 70 cumpleaños del profesor, que aparece aquí dos años antes de su muerte, impartiendo una clase sobre la pintura de Rafael.

El artista sólo sobrevivió tres años al retratado.

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Peter Christian Skovgaard, (1817-1875)

Este profesor de la Academia de Bellas Artes de Copenhague fue conocido como un soberbio pintor de paisajes pero, como lo prueban los expuestos en la muestra, también destacó por sus retratos con grafito o tinta, como este de un maestro de la forja, que en su edad avanzada se muestra ya cansado de tan exigente trabajo.

Peter Christian Skovgaard. El maestro de forja Hermann Ernst Freund,1844. M.N.Copenhagen. Foto R.Puig.

Peter Christian Skovgaard. El maestro de forja Hermann Ernst Freund,1844. M.N.Copenhagen. Foto R.Puig.

El de Meta Boisen (1827-1887), también en tinta y aguada, cuidadosamente trabajado a pluma y pincel, comunica normalidad doméstica, no exenta de ocultas preocupaciones, retenidas por sus manos y el anillo de casada en la derecha. Fue madre de cuatro hijas y dos hijos. Tenía 19 años de edad en el momento del retrato. Se quedó viuda con 45, sobreviviendo a su marido Peter durante 25 largos años; él falleció a los 47 y ella a los 60.

Peter Christian Skovgaard. Retrato de Meta Boisen, 1846. Museo Nacional de Arte. Copenhagen.

Peter Christian Skovgaard. Retrato de Meta Boisen, 1846. M. N. Copenhagen. Foto R.Puig

El siguiente retrato está hecho a lápiz y representa a una joven, en realidad una adolescente, cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros.

Peter Christian Skovgaard. Retrato de una joven, 1849.Detalle. Museo Nacional de Arte. Copenhagen.

Peter Christian Skovgaard. Retrato de una joven, 1849. Detalle. M. N. Copenhagen. Foto R.Puig

El retrato demuestra una agilidad de ejecución envidiable.

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Elisabeth Jerichau-Baumann (1819-1881)

Era polaca e hija de alemanes, de nacionalidad danesa por su matrimonio con un escultor danés que trabajaba en Roma. Es la única mujer artista de la exposición. La sirena que pintó en 1847 no sería raro que hubiese inspirado la escultura, más ingenua y pacata, de la popular sirenita de Copenhague.

Elisabet Jerichau-Baumann. Sirena.1847. Col.Privada. Foto R.Puig

Elisabet Jerichau-Baumann. Sirena.1847. Col.Privada. Foto R.Puig

No se ha documentado que sea el retrato de una persona real. Se caracteriza por la idealización de los rostros femeninos del simbolismo y es algo así como una pintura feminista avant la lettre y como un desafío. Este lienzo realizada en Roma, así como otros lienzos eróticos de la artista representando a mujeres, tardó en ser expuesto en aquella Dinamarca a la sazón luterana y puritana. Eran además fisionomías inspiradas en rostros mediterráneos. No en vano en 1869, durante una estancia en Turquía, la pintora fue autorizada a retratar a algunas concubinas del harem de Mustafa Fazil Paşa a la sazón ministro de finanzas del Imperio Otomano. Aunque se dice que fue el cuento “La sirenita”  de H.C. Andersen, publicado en 1837, el que inspiró la sirena de la artista.

El cuadro del soldado herido en la guerra de 1864, atendido por su esposa, fue por el contrario muy admirado por una sociedad que reconoció en esta obra los sentimientos patrióticos de una nación herida y en trance de ser territorialmente mutilada.

Elisabet Jerichau-Baumann. Soldado danés herido.1865. Detalle. Museo Nacional de Arte. Copenhagen

Elisabet Jerichau-Baumann. Soldado danés herido.1865. Detalle. M. N. Copenhagen. Foto R.Puig

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No se ha expuesto en Estocolmo, pero es un cuadro que merece la pena traer aquí, pues retrata a Hans Christian Andersen (1805-1875) acompañado de cuatro de los hijos de la artista, a los que está leyendo el cuento “el ángel”. Si  leen el cuento el lienzo adquiere un significado especial, pues a la pintora de sus nueve hijos dos se le murieron de bebés.

De los siete que llegaron a la edad adulta dos fueron pintores de estilo impresionista.

H.C.Andersen leyendo El ángel a sus hijos. Elisabet Jerichau-Baumann. 1862.

H.C.Andersen leyendo “El ángel”. Elisabet Jerichau-Baumann. 1862. Foto Wikipedia Commons

H.C.Cristiansen que tanto escribió para niños nunca tuvo hijos.

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Ludvig August Smith (1820-1906)

Llegamos al final de mi selección de fisionomías y retratos de esta estupenda exposición que ya se clausuró en el Museo Nacional de Estocolmo. Y lo hacemos con un pintor de escenas domésticas y populares, donde los protagonistas suelen ser las mujeres y los niños. A pesar de su longevidad, no he podido encontrar nada sobre su biografía aunque sus cuadros aparecen con frecuencia en los sitios de subastas de arte.

En la exposición destacó un supuesto autorretrato donde aparece con 21 años. Su calidad técnica y su expresividad son muy notables para un pintor de esa edad

Ludvig August Smith. Probable autorretrato, 1841.M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

Ludvig August Smith. Probable autorretrato, 1841.M.N. Estocolmo. Foto R.Puig

al que se ve absolutamente determinado a seguir adelante. Lo que ciertamente consiguió, a juzgar por la abundancia de su obra.

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Despedida

Por nuestra parte, como el Museo Nacional de Bellas Artes de Copenhague guarda inestimables colecciones, además de una nutrida colección de aquella “Edad de Oro”, sólo nos queda animarles a visitarlo en su próximo viaje a Dinamarca. ¡Ah! y no dejen tampoco de adentrarse en la Gliptoteca de la Fundación Carlsberg. Les garantizo que alucinarán.

Tampoco me opongo a que se tomen un selfie con su sufrida  sirenita

Captura

Elogio de la nimiedad (IX): al hilo del verano

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Siesta felina. Midsommar 2019. Foto R.Puig

Siesta felina. Midsommar 2019. Foto R.Puig

Un verano no es igual a otro, cada uno deja sus propios recuerdos y nos regala imágenes propias. Hoy el día es perezoso y no se presta a graves reflexiones. Como quien pincha fotos en panel de avisos, dejo aquí algunas cosillas al buen tuntún de este verano.

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 martes 18 de junio

Eran las 14:11 de la tarde, y tres días antes del solsticio de verano con lo que tenía a mano en la nevera improvisé un plato veraniego.

Les dejo mi receta libre de royalties :

  • pappardelle al dente
  • tiras de calabacín rehogadas en aceite de oliva
  • tomatitos troceados y rehogados en aceite de oliva
  • tacos de queso feta
  • pimienta de molinillo
  • sal
  • chorrito de aceite de oliva vírgen

Me inventé un plato. Foto R.Puig

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viernes 21 de junio

Tras la fiesta del midsommar en las praderas de  Tjolöholm, nos hemos recogido en familia para una merienda-cena en el jardín. El reloj marca las 22:10.  En el cielo los últimos fuegos del atardecer…

La tarde se alarga en noche. Foto R.Puig

La tarde se alarga en noche. Foto R.Puig

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miércoles 3 de julio

Había rosas en el supermercado, ahora en su búcaro acaparan la mirada.

Rosas del supermercado. Foto R.Puig

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martes 9 de julio

Están cambiando los raíles a lo largo de la Aveny de Gotemburgo. La parada del tranvía está vacía. Los borrachitos que ahí suelen sentarse con una lata de cerveza se han buscado otros bancos

Cambio de vías. Foto R.Puig

Cambio de raíles. Foto R.Puig

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sábado 13 de julio

Fin de semana en Estocolmo, barrios desiertos. Lejos del campo abierto un sabueso húngaro se asoma nostálgico a un balcón.

Spleen de perro. Foto R.Puig

Spleen de perro. Foto R.Puig

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viernes 26 de julio

Fin de semana en Båstad, meca de veraneantes y de torneos de tenis. Una playa con casa de baños y un hotel tradicional. El sol ha lucido toda la mañana y he tomado mi primer baño de mar de la temporada. Cuando el diluvio llega al mediodía hay un jolgorio de bañistas que abandonan sus tumbonas. El agua de la playa se agradece, pero cuando cae de las nubes todos escapan corriendo. No hay quien entienda a los veraneantes.

Båstad. Desde la ventana del hotel. Foto R.Puig

Båstad. Desde la ventana del hotel. Foto R.Puig

Al filo de la puesta del sol, el cielo se incendia

Båstad. Atardece. Foto R.Puig

Båstad. Atardece. Foto R.Puig

El cielo sigue ardiendo aunque el sol ya se ha ocultado…

Båstad. Crepúsculo vespertino. Foto R.Puig

Båstad. Crepúsculo vespertino. Foto R.Puig

Båstad. La roca y la noche. Foto R.Puig

Båstad. Cuando llega la noche. Foto R.Puig

Båstad. Son las once pasadas. Foto R.Puig

Båstad. Son las once pasadas. Foto R.Puig

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sábado 27 de julio

Segundo día y crepúsculo matutino en Båstad a las cuatro de la mañana

Båstad. Segundo día. Foto R.Puig

Båstad. Segundo día. Foto R.Puig

La visita a la iglesia medieval de Båstad merece la pena, sobre todo si coincide con un concierto dominical de música de cámara

Båstad. Iglesia de Santa María. Foto R.Puig

Båstad. Iglesia de Santa María. Foto R.Puig

Båstad. Nave central de la glesia. Foto R.Puig

Båstad. Nave central de la iglesia. Foto R.Puig

En las iglesias suecas anteriores a la Reforma protestante son frecuentes (tras haber sido liberados de la cal que les cubría) los restos de ingenuos frescos, así como los lienzos, en los que todavía se celebra a la Virgen María y a los santos. De otros templos medievales suecos y de alguno de sus artistas más destacados ya hemos hablado en este blog y citado bibliografía. De esta de Båstad no he podido consultar ninguna publicación, pero me han llamado la atención algunas de sus sencillas iconografías, como la escena del martirio de San Erasmo  en el momento en que le están extrayendo los intestinos con un cabrestante en el que van quedando enrollados. A izquierda y derecha los dos verdugos se aplican con furor a la tarea, pero el mártir sigue sin claudicar, amarrado al potro por las piernas y el cuello y pudorosamente cubiertas sus partes con un slip.

Båstad. Castigos del pecado. Foto R.Puig.

Iglesia de Båstad. ¿Castigos del pecado.? No, martirio de San Erasmo.Foto R.Puig.

Para compensar el horror de la anterior sirva la escena del tierno abrazo de La Visitación 

Båstad. Santa Isabel y la Virgen se abrazan. Foto R.Puig.

Iglesia de Båstad. Santa Isabel y la Virgen se abrazan. Foto R.Puig.

 

También hay un gran lienzo barroco, que parece sólo abocetado o puede que malamente restaurado. San Roque, acompañado de su perro, le muestra una cicatriz del muslo y le recomienda a San Sebastián algún remedio para las heridas de las flechas.

San Roque enseña el muslo a San Sebastián. Foto R.Puig

Iglesia de Båstad. San Roque enseña su cicatriz del muslo a San Sebastián. Foto R.Puig

De hecho, se suele representar a San Sebastián atendido por Santa Irene o por los ángeles, pero a veces, como aquí, con San Roque vestido de peregrino con bordón, sombrero y capa, herido en una pierna, siendo la más habitual la izquierda, y acompañado de un perro llamado Melampo o un ángel, aunque a veces son representados ambos (Cfr. Heridas y heridólogos). Parecería que un sabio niño Jesús le estuviese apuntando la composición de la pomada.

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sábado 3 de agosto

En este apacible lugar me di (Tösaviken) el segundo chapuzón de la temporada…

Primer baño de la temporada. Foto R.Puig

Tösaviken, segundo baño de la temporada. Foto R.Puig

¡Que las vacaciones les traigan muchas buenas zambullidas!

 

 

 

Corazón de piedra, corazón de playa

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Corazón de playa. Foto R.Puig

Corazón de playa. Foto R.Puig

En octubre el Mediterráneo es benigno por la Marina Alta.

A la playa de la Almadraba desde sus praderas submarinas han llegado las hojas muertas de la Posidonia. Esta flora del mar crece y se repone. En esta orilla suelen notarse más sus ciclos por el aumento de los depósitos de esta planta. Dificultan la zambullida pero protegen la orilla de esta playa singular hecha de cantos rodados, obra de un río durante millones de años.

La muralla mullida y oscura que se forma en la orilla no arredra a un veterano surfero que aprovecha estos días de vientos favorables para hacerse a la mar con su vela.

Simón recoge la vela. Foto R.Puig

Recogiendo la vela. Foto R.Puig

La energía de mi vecino y amigo no se agota con la edad, más bien crece.

Simón recoge la tabla. Foto R.Puig

Recogiendo la tabla. Foto R.Puig

Cerca de la línea del horizonte hay quien, sin tantos trabajos, se deja mecer en su barco velero.

Velero lejano. Foto R.Puig

Velero lejano. Foto R.Puig

Desde la mañana…

Alborada 18 octubre 2019. Foto R.Puig

Alborada 18 octubre 2019. Foto R.Puig

a la noche,

Luna hace tres días. Playa de la Almadraba. Foto R. Puig

Luna hace tres días. Playa de la Almadraba. Foto R. Puig

estos son días de calma

Octubre en la playa de la Almadraba. Foto R.Puig

Octubre en la playa de la Almadraba. Foto R.Puig

Pero, a lo que iba, les quiero mostrar las pequeñas obras de arte que mi nieta la pequeña me regaló este verano…

 

Píntame un corazón

Obra de mi nieta. Foto R.Puig

Hay muchos cantos rodados con forma de corazones, se encuentran por toda la playa, son como mensajes mudos labrados por el río en colaboración con las olas, el trabajo de equipo de una naturaleza escultora.

Pero es el corazón de los niños el que mejor descifra su presencia.

A mi nieta le bastan unos rotuladores y unas ceras para dejarme su obra, que también es un mensaje. ¿Hay mejor forma de decir “te quiero”?

Como todos los artistas, ella también bosqueja…

Mi nieta hace bocetos. Foto R.Puig

Mi nieta pequeña hace bocetos. Foto R.Puig

Prueba colores y formas…

Color de corazón. Foto R.Puig

Color de corazón. Foto R.Puig

Hasta completar su idea

Obra de mi nieta. Foto R.Puig

Obra de mi nieta pequeña. Foto R.Puig

Si me aceptan un consejo, cuando caminen por la orilla de una playa de piedras o a la vera de un río busquen corazones, y si tienen hijos o nietos déjenselos con unos colores; barritas de cera o si no temen que lo embadurnen todo, también sirven los rotuladores.

Luna en la Almadraba. Foto R. Puig

Luna en la Almadraba. Foto R. Puig

Como despedida les dejo un viejo refrán castellano :

 

¿Quieres cosa que te asombre? El corazón del hombre

 

Fuente: Francisco Rodríguez Marín

 

 

 

Bodegones

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Plénitude. Foto R.Puig

Plenitud. Foto R.Puig

¿No les ha ocurrido alguna vez extasiarse ante un fruto hasta casi sentir pena de comerlo? ¿No han tenido ocasión, en una tarde otoñal, entre viñas vendimiando, de alzar frente al sol declinante un racimo de uvas  para admirarlo en su plenitud?

Son pequeños momentos cotidianos que -¡ay!- con las prisas se nos escapan. Y sin embargo, basta una fuente de porcelana, un racimo de uvas maduro y un mínimo sentido de la composición, para que cualquiera se convierta en un artista, aunque sea efímero.

Vendange. Foto R.Puig

Vendimia. Foto R.Puig

Aunque más me hubiera gustado recoger los frutos en el mismo campo, quiero mostrar una pequeña cosecha de composiciones a partir de la cesta de mi compra. ¡Cuántos contrastados colores nos rodean simplemente en la cocina! En esta época basta una pequeña cámara fotográfica y ya está.

Pero hay que ponerse en el lugar de la flamenca Clara Peeters, a principios del siglo XVII, que sólo contaba con su arte y sus trebejos de pintar al óleo. Dicen que muchos de los lienzos que de ella se han certificado fueron pintados siendo muy joven y se especula con que abandonó la pintura cuando se convirtió en una mujer casada.

Comparado con ella soy un pobre perezoso. Traigo a esta página una de sus pinturas como homenaje a su arte. Si las obras artísticas -como el amor- nacen de la admiración. ¡Cómo supo admirar aquella delicada pintora!

Clara Peeters,s.XVIII. Bodegón. The Ashmolean Museum. Oxford

Clara Peeters, s.XVII. Bodegón. The Ashmolean Museum. Oxford

Nuestra situación suele ser más corriente y moliente. Por ejemplo : ¿están ustedes preparando una ensalada? Pues poco cuesta detenerse un instante para admirar esos tomates que han traído del mercado. ¡Sobre el plato y con el fondo de la mesa, qué contrastes!

Rouge, bleu, noir. Foto R.Puig

Rojo, azul y negro. Foto R.Puig

Volviendo a quienes consagraron su vida a la pintura, quizás vale la pena dedicar un recuerdo a Luis Meléndez (1716-1780), que dedicó una gran parte de su arte al género del bodegón.

Pero, a pesar de los encargos de la Casa Real y de todos sus intentos por conseguir un trabajo estable, vivió en la penuria y murió en el hambre y la miseria, después de haber retratado los mejores manjares de quienes usaban su talento y lo mal pagaban.

Este es mi parvo homenaje a su arte : unos tomates suculentos,  que quizás el artista no pudo permitirse en su menú, pues esta solanácea viajó desde la Nueva España en los galeones españoles a mediados del siglo XVI, tomó su nombre casi a la letra de su nombre azteca y cuando Luis Meléndez pintó este cuadro el tomate era todavía una delicadeza culinaria. Mirándolos bien, parece que estos frutos flotaran lejos de sus posibilidades, algo avergonzados de sus viejas arrugas de rústico campesino.

Luis Meléndez bodegon con tomates. Museo del Prado

Luis Meléndez, Bodegón con tomates. Museo del Prado

¿Y que decir de su retrato, cuasi metafísico, de las humildes ciruelas?

Luis Melendez. Naturaleza muerta. Museo del Prado

Luis Melendez. Bodegón con ciruelas. Museo del Prado

.

Por mi parte, con más humildad que una ciruela, me atrevo a traer aquí dos composiciones, a modo de ikebanas frutícolas, en las que rindo homenaje a la pruna, con la esperanza de que hayan tenido o tengan algún día el suave placer de retirarlas maduras de su árbol durante las vacaciones de verano.

Prunas. Foto R.Puig

Prunas. Foto R.Puig

Ciruelas. Foto R.Puig

Ciruelas. Foto R.Puig

 .

Y ahora espero que me perdonen mi periódica costumbre de maltratar la Poesía, esta vez con tres quintetos de heptasílabos :

Ensoñación frutal

.

La ciruela pretende

con su veste galana

promoverse a metal

pese a que su alma

la dulce miel esconda.

.

Las uvas en su viña

sueñan hacerse pruna

y en el suave otoño

los reflejos del cielo

sustraen al atardecer.

.

Los tomates bermejos

de hábitos proteicos

aspiran a ser rubís

tiñendo sus arrugas

de un rubor doncellil.

—–

Para terminar no podía faltar la fruta prohibida

Manzanas en un círculo azul. Foto R.Puig

Manzanas en un círculo azul. Foto R.Puig

 

 

 

Juan Carlos Savater: los amaneceres del pintor (I)

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Juan Carlos Savater, Atalaya. Óleo sobre tabla, 2017, detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater, “Atalaya”. óleo sobre madera, 2017, detalle. Foto R.Puig

Tradición

En las lenguas romances el término paisaje surge a partir del siglo XVI por sufijación  de la palabra país 

COLLOT, pp. 11-12 (Ref.1).

Juan Carlos Savater, Atalaya. Óleo sobre tabla, 2017. Foto Galería Leandro Navarro

Juan Carlos Savater, “Atalaya”, óleo sobre madera, 2017. Foto Galería Leandro Navarro

Como subraya Michel Collot – reconocido estudioso de la poesía moderna francesa y del paisaje – en ese mismo siglo la aparición del término en las lenguas romances coincide  con que el paisaje  -entendido como la extensión que de un país puede el ojo abarcar en su conjunto- deja de ser un fondo para las figuras que componen una escena pictórica y pasa a ser el escenario principal en el que las figuras se desenvuelven.

Juan Carlos Savater, "Eremita". Óleo sobre madera 2018 Foto R.Puig

Juan Carlos Savater, “Eremita”. Óleo sobre madera 2018 Foto R.Puig

Es el caso de la obra de Joachim Patinir, a quien se considera el iniciador de esta forma de representar el paisaje en la pintura y de ser el primer pintor europeo del género paisajístico tal como todavía hoy se entiende.

Joachim Patinir. Paisaje con la huida a Egipto, ca. 1516 a 1517

Joachim Patinir. “Paisaje con la huida a Egipto”, óleo sobre tabla, Museo de Amberes

A pesar de que la anécdota en los cuadros de paisaje de los siglos XVI y siguientes siguiera constituyendo el título de las obras, los elementos paisajísticos ya comenzaban a prevalecer sobre la narrativa de las figuras en la práctica de la pintura.

Joachim Patinir. Detalle de rocas en Predicación de San Juan Bautista , ca. 1516 a 1518. Museo de Filadelfia

Joachim Patinir. “Predicación de San Juan Bautista”, detalle, Museo de Filadelfia

.

Percepción e interpretación

Los 12 óleos sobre madera de su serie “Amaneceres” (realizados entre 2017 y 2019), que Savater presenta hasta el 6 de marzo en la Galería Leandro Navarro de Madrid son el ejemplo de que un pintor puede hoy estar a la altura de pintores del paisaje de los  siglos XVI y XVII como Joachim Patinir, Paul Brill, Annibale Carracci, Adam Elsheimer, Jan de Momper o Andrea Locatelli, por poner sólo algunos ejemplos.

Adam Elsheimer, “La Aurora”, óleo sobre cobre, Herzog Anton-Ulrich Museum, Brunswick

Adam Elsheimer, “La Aurora”, óleo sobre cobre, Herzog Anton-Ulrich Museum, Brunswick

Juan Carlos Svater, Aurora, óleo sobre madera, 2018, Foto Galería Leandro Navarro

Juan Carlos Savater, “Aurora”, óleo sobre madera, 2018, Foto Galería Leandro Navarro

Esta exposición demuestra que un pintor de hoy puede lograr el equilibrio y la calidad de los iniciadores de la pintura del paisaje en Europa, y que al mismo tiempo puede ser innovador en su percepción de aquellos escenarios naturales que le son cercanos y en la interpretación de narrativas frecuentes en la historia del arte occidental, como por ejemplo la tan simbólica lucha de Jacob con el ángel.

Paul Gauguin, Después del sermón, Lucha de Jacob con el ángel.

Paul Gauguin, Después del sermón, Lucha de Jacob con el ángel. National Gallery, Edimburgo

Savater la  reinventa como una danza de dos mujeres jóvenes que pugnan sin que parezcan ejercer violencia.

Juan Carlos Savater, "Atalaya". Óleo sobre madera, 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater, “Atalaya”. Óleo sobre madera, 2019. Foto R.Puig

El paisaje no es el país, sino una cierta manera de verlo o de pintarlo como “conjunto” perceptiva y/o estéticamente organizado : nunca reside siempre y exclusivamente “in situ”, y ahora también “in visu” y/o “in arte”. Sólo se accede a su realidad a partir de una percepción y/o de una representación.

COLLOT, p.12, Ref (1)

En esa percepción que caracteriza a Savater se unen a menudo los saltos temporales entre el tiempo de su sierra tutelar de Guadarrama y tiempos idos, como por ejemplo en la analogía de esa atalaya (una torre de telégrafos antigua que los senderistas de esos parajes conocen)  y los ruderi que aparecen en  pinturas del Renacimiento y el Barroco .

Juan Carlos Savater, Atalaya. Óleo sobre tabla, 2019, detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater, Atalaya. Óleo sobre tabla, 2019, detalle. Foto R.Puig

Paul Bril, "Paisaje con la Sagrada familia", óleo sobre cobre, ca. 1595, Dijon, Museo Magnin

Paul Bril, “Paisaje con la Sagrada familia”, óleo sobre cobre, ca. 1595, Dijon, Museo Magnin

Además, en los paisajes de estos amaneceres hay analogías con algunos cuadros del Quattrocento italiano, cuando el paisaje sólo era fondo para un primer plano dominado por las figuras. Fijémonos en aquel famoso díptico del Duque de Urbino y su esposa Battista Sforza pintado por Piero della Francesca (1415-1492). Al fondo del retrato de  ella (como también en el de él) aparecen unas modestas colinas, bastante gastadas.

Piero della Francesca, Federico di Montefeltro y su esposa Sforza, Los Uffizi, Florencia

Piero della Francesca. “Federico di Montefeltro y su esposa Battista Sforza”, Uffizi, Florencia

Piero della Francesca, Federico di Montefeltro y su esposa Sforza,detalle, Los Uffizi, Florencia

Al mismo tiempo, observemos esta pequeña tabla (20,6 x 27, 8 cm) que Savater ha titulada Desierto

Juan Carlos Savater, Desierto, Óleo sobre madera, 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater, Desierto, Óleo sobre madera, 2019. Foto R.Puig

.

Hasta pronto…

Nos despedimos por hoy pensando la obra reciente de un pintor que sigue con rigor y coherencia su camino personal, recordándonos que aún existe la calidad técnica y la autenticidad creativa en la pintura, sin ignorar el legado. El próximo domingo abordaremos otros aspectos de los cuadros de la presente exposición de Juan Carlos Savater.

Aspecto de la muestra "Doce Amaneceres" de JUan Carlos Savater en la Galería Leandro Navarro

En la muestra “Doce Amaneceres” de Juan Carlos Savater de la Galería Leandro Navarro de Madrid

Agradezco mucho las amables facilidades que la Galería Leandro Navarro me ha brindado para estudiar y fotografiar con toda calma la muestra de Juan Carlos Savater.


Referencias:

(1) Collot, MichelPaysage et poésie du romantisme à nos jours, Paris, José Corti, 2005, 335 págs.

(2) Galería Leandro Navarro, Madrid. Exposición Doce amaneceres,16 de enero a 6 de marzo de 2020.

(3) Juan Carlos Savater:  La pintura como búsqueda espiritual Símbolo, intensidad  y contemplación (Texto para una charla pronunciada el 7 de Abril, 2011. Torreforum, Torrelodones. Madrid)

(4) Patinir. Estudios y catalogo crítico, edición a cargo de Alejandro Vergara para la exposición del Museo del Prado, Madrid, 2007

(5) Roma, Naturaleza e Ideal, Paisajes 1600-1650, Catálogo de la exposición conjunta del Museo del Louvre y del Museo del Prado, Madrid, 2011.

(6) Sivigliano AlloisiArcadie e vecchi merletti. Paesaggi della Collezione Corsini, Catalogo, Soprintendenza Speciales per il Polo Museale Romano, Roma 2002

 

 

Juan Carlos Savater: los amaneceres del pintor (y II)

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Juan Carlos Savater. Talismán, óleo sobre madera 2019, detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Talismán”, óleo sobre madera 2019, detalle. Foto R.Puig

.

La luz de la mañana

Para sacar todo el partido posible de la Mañana, pienso que conviene tomar ese momento entre la primavera y el verano, es decir al comienzo de junio; cuando el sol ya tiene durante el día suficiente fuerza para caldear la Naturaleza y hacer que los habitantes de la tierra experimenten el deseo de una hermosa mañanita y de mejor sentir su frescura.

Paisaje cerca de Roma. Museo de les Augustins. Toulouse,

P.-H. de Valenciennes. Paisaje cerca de Roma. Museo de les Augustins. Toulouse,

Cabe distinguir varios instantes interesantes en esta parte del día. El primero es cuando la Aurora ríe al salir de los brazos de su viejo esposo, disemina perlas y flores sobre la superficie de la tierra y despliega en la atmósfera ese ropaje suyo que brilla con todos los colores del iris.

.

Pierre Henri de Valenciennes, Réflexions et conseils à un Élève sur la Peinture et particulièrement sur le genre du Paysage, La Rochelle, Rumeur des Ages, 2005, pp. 43-44  (la traducción es mía)

La exposición de Juan Carlos Savater, de la que ya tratábamos el 2 de febrero, demuestra que el arte de los pintores paisajistas europeos del pasado como, por ejemplo, Claude Lorrain, Pierre-Henri de Valenciennes o Jan Frans van Bloemen tiene hoy en día un excelente renovador en España. Y cuando digo renovador pienso que, por la sobriedad, la luminosidad y la complejidad (aparentemente sencilla)  de sus cuadros, se puede hablar de un perfeccionamiento de la tradición; pues, en efecto, el artista excogita e incorpora sabiamente a su obra los progresos que el arte pictórico, sus técnicas y materiales han conseguido desde el Barroco hasta nuestros días.

En cuanto al detalle de unos de los cuadros expuestos que abre esta segunda parte de mi crónica, quizás se preguntarán por qué  la montaña parece alumbrada desde el oeste por el sol de la mañana en lugar de por el este, como correspondería al amanecer en donde vive y pinta Savater. En realidad a la imagen de esa cumbre (que al observador habituado a la sierra de Guadarrama le evocará la Maliciosa) he osado darle la vuelta, como girando el talismán.

De hecho podemos comprobar que en el cuadro aparece en la parte inferior, de modo que nuestro pintor ha plasmado el momento en que la riante Aurore deja los brazos de su viejo esposo el Sol, para alumbrar desde un este ideal ese micro-planeta de montañas, praderas, roquedales y arboledas y arroparlo con ese ropaje suyo que brilla con todos los colores del iris.

Juan Carlos Savater. Talismán, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Talismán”, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Y que me perdone Juan Carlos Savater, pues, aun sabiendo que él no reproduce montañas sino que las sueña, la gran roca de su cuadro, que ilumina el amanecer, a mí me evoca el Yelmo de la Pedriza de nuestra querida sierra madrileña.

Juan Carlos Savater. Talismán, óleo sobre madera 2019, detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Talismán”, óleo sobre madera 2019, detalle. Foto R.Puig

En realidad las obras de Savater pueden entenderse desde la perspectiva de su particular gramática de la pintura, pues esa manera suya conlleva algo parecido a lo que Michel Collot escribe sobre la semántica del paisaje en los poetas franceses que han renovado la forma de reflejarlo, en particular en los poemas en prosa de René Char :

Su poder de evocación es tal que sustrae el momento a la esfera de lo privado y del pasado, para hacerlo revivir y comunicarnos su emoción.

COLLOT, p. 259 (la traducción es mía)

En los cuadros de esta exposición ocurre algo parecido : quienes hemos caminado por estas serraníaas a cuyos pies vive nuestro pintor, en realidad ya no vemos en ellos lo que vimos, pues el paisaje se sustrae a nuestras experiencias anteriores, se libera de sus referentes  y revive, híbrido y transfigurado, recreando emociones bajo una luz nueva. Añadiré que la luz de los cuadros de Savater remite con justicia a un adagio horaciano: Ut pictura poesis

.

El simbolismo del detalle

Vengamos ahora a los detalles. ¿Qué decir de los simbolismos que, como quien no quiere la cosa, pueblan sus paisajes?

Puesto que estamos en el cuadro que ha titulado Talismán, observemos el símbolo central de este microcosmos, el ombligo de ese pequeño planeta que flota en el espacio : es el pelado esqueleto de un cánido en el mismísimo centro de un herbazal en el que hay como una ventolera o energía que desde el fósil irradia ondulaciones que parecen agostar el verde campo.

Juan Carlos Savater. Talismán, óleo sobre madera 2019, detalle. Foto R.Puig

 

Evoca a mi modo de ver el final de todo lo que algún día ha vivido a la luz del sol, el parto que de muerte acaba gestando toda tierra. Esta imagen es un talismán por cuanto constituye un memento mori  que nos defiende de la vanidad de los excesos de la exultación, como si la naturaleza parafrasease otro adagio exclamando ; ¡ parieron los sembrados y nació un fósil !

Es sabido que en culturas tradicionales era frecuente considerar amuletos o talismanes a piezas óseas. No recuerdo si el inconsciente colectivo del que hablaba Jung se manifestaba, además de por mitos y leyendas que se repiten en latitudes y tiempos distantes, en amuletos concebidos también de modo parecido por culturas lejanas unas de otras. ¿Se manifestará también en los talismanes que sueñan los pintores?

A propósito de este detalle me voy a permitir un paréntesis, para evocar algo que me temo ya no se practica en la mayoría de las facultades de Bellas Artes y que los que cursaron esos estudios hace años aprendieron : el dibujo de la anatomía de los animales en el contexto de la asignatura de Anatomía Artística, que en mi caso cursé no en España (donde no formaba parte del plan de estudios) sino en mi año de estudiante erasmus en Roma.

Esqueleto de perro. R.Puig 2011.

Esqueleto de perro. R.Puig 2011.

Pero volvamos a nuestro pintor, a algo que tradicionalmente ha simbolizado la vida y su alegría.

Juan Carlos Savater. Canto, óleo sobre madera 2018. Detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Canto”, óleo sobre madera 2018. Detalle. Foto R.Puig

El canto del pájaro silvestre

Juan Carlos Savater. Canto, óleo sobre madera 2018. Detalle. Foto R.Puig

que da título a un cuadro en el que también se descubre otro motivo cargado de simbolismo : un puente

Juan Carlos Savater. Canto, óleo sobre madera 2018. Detalle. Foto R.Puig

Los puentes evocan el tránsito de un territorio a otro, en sentido no sólo geográfico sino también vital.

Lo cual me lleva a otra tabla de la exposición que, teniendo en cuenta, las trashumancias plásticas de Juan Carlos Savater (a lo largo de más de cuarenta años como pintor) me hace pensar que podría estar anunciando el inicio de una nueva fase en su obra.

Juan Carlos Savater. Puente, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puente”, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

¿Hacia donde marchan estos peregrinos? ¿Va el pintor  entre ellos? ¿Es él quien les guía?

Juan Carlos Savater. Puente, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puente”, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Difícil descifrarlo, así que pidiéndole disculpas por asociarle de nuevo a imágenes de un pasado remoto, he de decir que su procesión me evoca otra.

Gentile Bellini. El milagro de la cruz del canal de San Lorenzo. Detalle. Wikipedia Commons

Gentile Bellini. “El milagro de la cruz del canal de San Lorenzo”, 1500. Detalle. Galería de la Academia de Venecia

Es cierto que la comitiva de Bellini progresa en ambiente urbano y en un contexto milagroso, pero es que también hay una atmósfera de milagro en los ámbitos que crea el pincel de Savater, que me recuerdan a algunos pintores de los siglos XV y XVI, como ya comenté hace dos semanas.

.

Ya no sé cómo excusarme, pero es que, de un veneciano a otro y sin poder evitarlo, las asociaciones se me aparecen de nuevo.

Tintoretto. La visitación. Scuola Grande di San Rocco. Detalle.

Tintoretto. “La visitación”, detalle. Scuola Grande di San Rocco. Venecia.

Juan Carlos Savater. Atalaya, óleo sobre madera 2019. DEtalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Atalaya”, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Tanto Tintoretto como Savater retratan aquí a dos mujeres vestidas de colores complementarios. Ambas escenas bíblicas se asemejan también por situarse en un paisaje. En el cuadro del primero María es ayudada por su prima Isabel a incorporarse. En el segundo se trata de una suave pugna femenina en la que las dos jóvenes simbolizan la lucha de Jacob con el Ángel.

En el silencioso duelo de las dos hermanas (pues ellas lo son), presente en seis de las tablas expuestas, rastrea Juan José Calaza la temática prerrafaelita, pero subraya lo siguiente:

Sin embargo, mientras que en las composiciones inglesas domina el ilusionismo virtuoso, minucioso y falso de un bucolismo incontaminado, en Juan Carlos asistimos al derrumbamiento de un mundo y a la tensión del combate entre lo bueno y lo perfecto. Savater, preservando el contexto de fondo de los prerrafaelitas, renuncia a trampear con la imagen engañosa bien sea por medio de añosas ruinas que hablan del fracaso de la Historia y el intrínseco desamparo del ser humano o del combate cainita de la especie, antiguo símbolo bíblico que aún habita entre nosotros, reflejado en la lucha entre dos hermanas, por supuesto gemelas como el bien y el mal.

CALAZA, en ABC, 22 de enero 2020

.

Podría incluso remontarme a anteriores exposiciones de nuestro pintor donde abundaban los símbolos,  pero sigamos en ésta con una obra, simbólica hasta en su título.

Juan Carlos Savater. Puertas del Edén, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puertas del Edén”, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Jacob lucha con un ser misterioso, que se supone es un ángel, y logra vencerle. Acto seguido éste le cambia su nombre por el de Israel (Gen., 32,29). En realidad se hayan a las puertas de las tierras feraces de Canaan.

El fondo rocoso y desértico que precede a la entrada de Jacob en este nuevo Edén es muy similar al de un pequeño cuadro de la exposición que no aparece en el catálogo de la misma y que (como su gemelo que reproduje aquí el pasado día dos) se titula desierto 

Juan Carlos Savater. Desierto, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Desierto”, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Ambos parecen de algún modo bocetos preparatorios del fondo de sus “Puertas del Edén”, en que hay otro símbolo bajo el que ambas combatientes forcejean : un árbol con dos troncos -¿el del bien y el del mal?- uno sano y el otro quebrado.

Juan Carlos Savater. Puertas del Edén, óleo sobre madera 2019, árbol del bien y del mal. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puertas del Edén”, óleo sobre madera 2019, ¿árbol del bien y del mal? Foto R.Puig

Hay otros simbolismos, los de las flores a las puertas de Canaan. Una gran orquídea domina la derecha del cuadro, se abraza a un tronco del que surge una rama rota. Se suele decir que esta flor, cuando se viste de amarillo,  simboliza el erotismo en el amor.

Juan Carlos Savater. Puertas del Edén, óleo sobre madera 2019, orquidea. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puertas del Edén”, óleo sobre madera 2019, orquidea. Foto R.Puig

Y a la izquierda florece la jara de la sierra de Guadarrama, abundante en primavera en los senderos cercanos al pueblo donde tiene su estudio el pintor. ¿Es pues su edén ese espacio, propicio al trabajo arduo y gratificante y a la ensoñación creadora? 

Juan Carlos Savater. Puertas del Edén, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puertas del Edén”, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Al fin y al cabo también en la zona también abundan los conejos, ¿símbolos de actividad incansable, de fertilidad vital, de las idas y venidas de la idea?

Aunque a veces el gazapillo podría sucumbir hipnotizado por las tentaciones de la serpiente bíblica que acecha en todo paraíso, aunque en muchas culturas represente la regeneración universal.

Juan Carlos Savater. Puertas del Edén, óleo sobre madera 2019, la serpiente. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puertas del Edén”, óleo sobre madera 2019, la serpiente. Foto R.Puig

Un herbazal cuajado de flores silvestres blancas, como notas musicales que remiten a las recónditas armonías que a toda obra creativa escoltan y a la libertad de lo espontáneo.

Juan Carlos Savater. Puertas del Edén", óleo sobre madera 2019. Detalle, Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Puertas del Edén”, óleo sobre madera 2019. Detalle, Foto R.Puig

.

En la sierra tutelar del pintor encontramos otra dualidad simbólica : las piñas que  pueden albergar o no piñones  y los cardos, que aparentan estrellas pero hieren a quien ose tocarlos.

Juan Carlos Savater. Manantial, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Manantial”, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. Manantial, óleo sobre madera 2019. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Manantial, óleo sobre madera” 2019. Foto R.Puig

¿Qué nos deparará Juan Carlos Savater en sus futuros cuadros? ¿Parajes edénicos? ¿Ensoñaciones de Guadarrama? ¿Retornará al Monte Athos? ¿Se adentrará por los desiertos de la Tebaida?  Por si acaso, llenemos nuestra cantimplora con el agua fresca de su manantial.

Juan Carlos Savater. Manantial, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

Juan Carlos Savater. “Manantial”, óleo sobre madera 2019. Detalle. Foto R.Puig

.

Por mi parte me despido recordando algo que me parece apropiado:

En el paisaje parecen coincidir todos los componentes subjetivos de un co-nacimiento con el mundo que el conocimiento moderno del universo no podía ya asumir: sensaciones, percepciones, impresiones e incluso afecciones, emociones e imaginaciones. Porque, a pesar del primado que la tradición occidental confiere a la vista, el paisaje no se puede reducir a un puro espectáculo. Se ofrece igualmente a los otros sentidos y concierne al sujeto todo entero, cuerpo y alma. No se da sólo a ver, sino a sentir y resentir. En él la distancia se mide por el oído y el olfato, por la intensidad de los ruidos y por la circulación de las corrientes del aire y sus efluvios; la proximidad se experimenta por la calidad táctil de un contorno, por la tonalidad de una luz, por el sabor de una coloración.

COLLOT, pp.13-14. (la traducción es mía)


Referencias :

Calaza, Juan José R., Juan Carlos Savater: misterio, permanencia y respeto. El pintor exhibe, hasta el 6 de marzo, «12 amaneceres» en la galería Leandro Navarro de Madrid, ABC Cultura, 22 enero 2020,

Collot, Michel, Paysage et poésie du romantisme à nos jours, Paris, José Corti, 2005, 335 páginas.

Galería Leandro Navarro, Madrid. Exposición Doce amaneceres,16 de enero a 6 de marzo de 2020.

Pierre Henri de Valenciennes  Réflexions et conseils à un Élève sur la Peinture et particulièrement sur le genre du Paysage, La Rochelle, Rumeur des Ages, 2005,146 pages

Vivir en un Rothko

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En un Rothko, 13 de mayo, 06:15 a.m.. Foto R. Puig

Otra vez,

ante el mar mío

y

como aprendimos

de niños,

para, por, con,

contra, en, entre,

según, y sobre

el mar,

así

prepuesto,

recibido por las olas,

absorto

por las ondas

en este mar

de las horas magas

Valle azul, 13 de mayo, 06:15 horas Foto R. Puig

transportado,

secuestrado

estoy,

inmerso

en un rothko,

al alba.

Mark Rothko, nº 14(1960), MoMa, N.Y.

Al fenecer

del día,

en la horas brujas

del crepúsculo,

a los cielos

torna el pintor

con su brocha

monacal

contemplativa.

Intromisión. Foto R. Puig

Cuando

los aires

son plegaria

y la hora

propicia

nostalgias

y melancolía

Rothko Rust and blue. 1953

hay

hipódromos

en las alturas,

Hipódromos espaciales. Foto R.Puig

jinetes

silenciosos

que cabalgan,

Jinetes en el cielo. Foto R.Puig

criaturas marinas

sobre mi cabeza

avanzan

Nadadores del aire. Foto R.Puig

y

me abandono

a las últimas luces

y a la última sangre

Mark Rothko (1962). Dallas Museum of Art Uncrated.

***

Celebración

Francisco Brines ha recibido hace unos días el premio Cervantes de manos del rey Felipe VI en su su vergel de Elca, muy cerca de Oliva y no lejos de esta playa; al día siguiente tuvo que ser tratado de una hernia, pero parece que sólo ha sido un sobresalto del que esperamos salga bien pues el poeta tiene 89 años.

Su obra ha sido ya citada en estas páginas, hoy la celebro de nuevo con sus versos :

.

  EL REGRESO DEL MUNDO

A Andrés Trapiello

.

   Abrir los ojos, después de que la noche

recluyera los astros en su amplia cueva rasa,

y ver, tras del cristal,

ya visibles los pájaros

en el fanal aún pálido del sol,

moviéndose en las ramas.

Y cantos que hacen mía la bóveda del aire.

Y sentir que aún me late en el pecho

el corazón del niño aquel,

y amar, en la mañana, la vida que pasó,

y esta maga sorpresa

de amar aún el mundo en la mañana.

Y en el nombre del mar, que está lejano

y azul, siempre tendido

desde el remoto amanecer del mundo,

persignarme la frente, luego el pecho,

los delicados hombros que ahora rozo,

y besar, con los labios del niño rescatado,

este mundo tan viejo,

que hoy no alcanzo a saber

por qué, si el amor no se ha muerto,

me quiere abandonar.

.

       Francisco Brines, de La última costa, en Todos los rostros del pasado, antología, selección y prólogo de Dionisio Cañas, Galaxia Gutenberg, Círculo de lectores, 2007, p. 168


Nota bene sobre una poeta que se vino a vivir en un cuadro

Hace años tuve y leí con admiración y no sin envidia (pues me había presentado a otro premio de poesía años antes y me dieron calabazas) un poemario de la poeta Blanca Andreu con el que ganó el Premio Adonais en 1980. Se titulaba De una niña de provincias que se vino a vivir a un Chagall. Aquella obra fue considerada en el año 2013 por la revista Quimera una de las 10 mejores obras de poetas españoles desde 1978 y de las otras nueve una era de Brines : El otoño de las rosas.

El libro de Blanca Andreu -¡ay!- se me debió extraviar en alguna mudanza, lo que lamento mucho y trataré de buscar alguna edición.

Lo traigo a colación, porque cuando he escrito lo de vivir en un Rothko para encabezar esta entrada no estaba pensando en la obra de Blanca Andreu, pero ahora estoy seguro de que aquello de venirse a vivir en un Chagall ha debido de jugar en mi memoria cuando he pensado en vivir en un Rothko. Gracias a Oscar Merino Merchante que ha escrito sobre ella en babab.com he podido citar hoy un extracto de su poemario:

(…)

Me queda la mar media

Me queda la mar media en el triunfo del agua,

en el advenimiento de los espejos y de las aleaciones,

me queda la mar media y sus ahogados, cantiga y quemadura,

ebrios de agua profunda y profundo dolor.

Pero había un mar de la sangre más blanca

y del dolor apagado,

mar de la caza y muerte en montería, vino metal dormido y

baja luna.

Mar de los ventanales empapados para el amor más duro

con quien la soledad se atreve y canta, con crines antorchadas

y dibujada hoguera,

mar del amor más duro que decae como decae tu nombre:

el hombre que en mí tiembla y tu nombre primero.

(…)

Blanca Andreu

De una niña de provincias que se vino a vivir a un Chagall, premio Adonais 1980

+++++

Postscriptum

(16 de mayo 2021 a las 17:13 horas)

UNA LIBRERIA VETERANA FUNDADA EN 1969 SE QUEMÓ LA SEMANA PASADA EN MALAGA

La librería Proteo de Málaga ha sufrido un devastador incendio, más detalles AQUÍ

Si quieren ayudar, parece que lo mejor es encargarles libros. En mi caso estoy suscrito desde hace tiempo a su boletín de novedades a través de su dirección email.

PROTEO y PROMETEO (librería asociada) venden libros online, así que aquí les pongo los contactos:


Sean Scully en Pilane: la escultura como écfrasis de su propia obra (pictórica).

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Sean Scully. «Stainless steel stack», acero inoxidable. Pilane 2021. Foto R. Puig (al fondo los 14 metros de Anna de Jaume PLensa)

«La ekfrasis, que en sentido amplio consiste en tratar del contenido de un género expresivo en el interior de otro, con fines descriptivos. De forma restringida se entiende como la descripción de una obra de arte plástica (pintura, escultura, arquitectura, etc.) en el seno de un texto literario (como la del escudo de Aquiles por Homero)».

«Entre ambos extremos hay definiciones y estudios sesudos para todos los gustos sobre este término que en griego antiguo significaba descripción y que, a mi modo de ver, no tiene por qué considerarse solamente como un recurso literario, pues también puede, en sentido inverso, serlo pictórico o escultórico, cuando un texto inspira un lienzo o una escultura»

Escribí esto hace casi seis años en estas páginas, tratando de los pasajes en que Galdós la utilizaba como recurso literario en dos de sus novelas. He de añadir que empecé a interesarme por la ecfrasis o écfrasis (*) leyendo a principios de los años 2000 la excelente tesis de doctorado de Agnès FayetLe rôle de l’image et de l’œuvre d’art dans le processus de création de Marguerite Yourcenar. De ello hablé también aquí hace casi cuatro años.

Recientemente, mi visita a la exposición anual de esculturas en el medio natural de Pilane (isla de Tjörn, Bohusln, Suecia) me lleva a utilizar el concepto de la écfrasis en su sentido más amplio, en este caso una descripción/síntesis escultórica de la propia obra pictórica por un artista que no cesa de sorprenderme. Me refiero al irlandés Sean Scully, por mes y año de nacimiento mi coetáneo, de quien son seis de las dieciocho esculturas que este año se exhiben en Pilane (15 de mayo-26 de setiembre).

Interpreto este fascinante cambio de recurso artístico como una écfrasis de sus casi cinco décadas de obra pictórica del artista irlandés, con taller en Nueva York y Munich y hasta hace poco en Barcelona.

Mi primer encuentro con la obra de Scully fue en su exposición en el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) del 31 de enero al 7 de abril del 2002 y tuve un segundo encuentro con su obra en junio del 2012 en el Palacio de Carlos V en Granada, donde me cautivó su labor de expresionismo abstracto.

Este irreductible pintor abstracto, ahora escultor, declara en el folleto que explica su obra en Pilane:

«I do believe abstraction is and was meant to embody deep emotions.

I believe that’s its job, in the history of art»

.

Sean Scully, «Standing on the land», Pilane.org, 2021

En el mismo folleto, la escritora Joanna Persman (historiadora y crítica de Arte en el diario Svenska Dagbladet) recuerda que Scully en un trabajo juvenil estuvo empleado en una fábrica de cartonajes y que «su tarea consistía en en clasificar y grapar cajas» y que cuenta que su propio arte es «una celebración del duro trabajo manual».

Sea como sea, el artista a lo largo de muchos años combina en sus lienzos el apilamiento de formas rectangulares de diverso color y materia, como un reducto cultivador de los años en los que la abstracción expresionista dominaba el panorama artístico. De hecho, su estancia en los Estados Unidos, país por cuya nacionalidad cambió la suya irlandesa de origen, le influyeron decisivamente.

Sean Scully en el Palacio de Carlos de Carlos V en Granada. Foto R.Puig

Sean Scully, «Pink Insert», óleo sobre lienzo, 61×61 cms. Colección particular (exposición del IVAM, 2002)

Este año, en Pilane, me ha impresionado su persistente juventud de espíritu en esta exposición en el paisaje que ha titulado «Standing on the land», pues, ya consagrado y reconocido desde hace tiempo por cerca de cincuenta años de creación pictórica, ahora, a través de sus estructuras de acero corten, o construyendo apilamientos de objetos industriales (objet trouvé) está a mi modo de ver describiendo sus propias emociones pictóricas a través de otros materiales y de otra rama del arte: la escultura.

Sean Scully. «Zinc thanks». Hierro galvanizado Detalle. Pilane 2021. Foto R.Puig

Un itinerario

Después de tres años de College en Londes, Scully cursó sus estudios artísticos en la Facultad de Bellas Artes de Newcastle (1968-1972) y comenzó a pintar retículas de gran colorido y profundidad, con notable influencia de Mondrian, pero con la tridimensionalidad que el holandés camufla. Por entonces, sin embargo, afectado según sus declaraciones por la frialdad industrial de la aquella ciudad, la emoción aún falta.

Su año de becario en Harvard (1972), en contacto con el expresionismo abstracto norteamericano (Rothko en particular) y su viaje a Marruecos en 1973, le conducen de un minimalismo reticular y de franjas (1972-1975) a un minimalismo en el que la emoción impera (1975-1985), los colores vivos se ensombrecen y acompañan de negros, grises y ocres, en óleos y acrílicos de gran tamaño y lo que él denomina «cuadros dentro del cuadro».

Sean Scully, «Back and fronts», óleo sobre lienzo, 243,8×609,6 cms., colección particular,1981

En la exposición de Valencia del 2002, que estuvo antes en Dusseldorf y Munich, y que recogía lo mejor de la obra pictórica que le consagró en el panorama internacional del arte contemporáneo, se manifiesta esa voluntad de su personal expresión de emociones que le ha guiado a través de su característica abstracción,

Sean Scully, «Vita Duplex», óleo sobre lienzo, 1993, 254×330,2 cm. (exposición del IVAM 2002).

y que en Pilane recoge a modo de écfrasis de sus propias pinturas en esculturas compuestas a base de objetos de los que la sociedad industrial fabrica y que cuando ya han cumplido su función desecha.

Scully. «Venice sleeper». Pila de traviesas de vías de ferrocarril, Pilane 2021, Foto R.Puig
Sean Scully. «Venice sleeper». Pila de traviesas de vías de ferrocarril. Detalle. Pilane 2021. Foto R. Puig
Sean Scully, «Barcelona», 76,2×58,4 cm., óleo sobre lienzo, 2000, (exposición del IVAM 2002).
Sean Scully. «Moor shadow stack». Acero corten Detalle. Pilane 2021. Foto R.Puig
Sean Scully. «Moor shadow stack». Acero corten. Pilane 2021. Foto R.Puig

En ese vasto paisaje, de suaves praderas y masas rocosas, Sean Scully, despliega la écfrasis escultórica de su anterior obra pictórica, recurriendo a objetos encontrados de la producción industrial en metal y madera. Pienso que en ello hay una vuelta a sus primeras inspiraciones formales de aquella ciudad de Newcastle («sólo se puede ver lo que está ahí») donde se formó como artista.

Sean Scully, «Wall of Light Fire» (Muro de Fuego Luz), 188×203,2 cm., óleo sobre lienzo, 2000, (exposición del IVAM 2002).
ean Scully. «Stainless steel stack», acero inoxidable. Detalle,Pilane 2021. Foto R. Puig
Sean Scully, «Planes of Light», 243,8×213,4 cm., óleo sobre lienzo, 1999, (exposición del IVAM 2002).
Sean Scully. «Air cage» (Cajón de aire), Acero corten, Pilane 2021. Foto R.Puig
Sean Scully. «Air cage» (Cajón de aire), Acero corten, Detalle, Pilane 2021. Foto R.Puig
Sean Scully, «Four large mirrors» (primer espejo) 76,2×57,5 cm., óleo sobre lienzo, 2000, (exposición del IVAM 2002).
Sean Scully. «Zinc thanks.» Hierro galvanizado , Pilane 2021. Foto R.Puig

Sean Scully. «Tower with two holes». Acero corten , Pilane 2021. Foto R. Puig

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Epílogo

Al entrar en Pilane me dijeron en la recepción que hallaría al artista junto a alguna de sus obras, pero no pude encontrarle, pues además de conocerle personalmente, quería saber de primera mano si era verdad que había cerrado definitivamente su estudio en Barcelona. Pero no tuve suerte y el encuentro no se produjo.

Al salir, en la caseta de información me dijeron que había partido para Munich, pero que le habían transmitido mi pregunta y que la respuesta del artista fue que él tenía taller en Alemania y en Nueva York, pero que nunca tuvo uno en Barcelona.

Luego he encontrado en internet que se fue hace dos años por motivos de los que sólo ha hablado una vez cuando un periodista del Financial Times le insistió impertinente con sus preguntas que nada tenían que ver con su obra.

Lo cierto es que este hombre con quien me une el interés por el Arte y el año y el mes de nacimiento (así como la Irlanda de mis antepasados) no ha perdido ni su espíritu creativo y juvenil ni su energía vital.


(*) Según la RAE:

Del latín ecphrasis, y este del griego ἔκφρασις ékphrasis

1. f. Ret. Descripción precisa y detallada de un objeto artístico

2. f. Ret. Figura consistente en la descripción minuciosa de algo

Convergencias de Arte y Literatura (XIV): un encuentro con Giorgio Vasari

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Giorgio Vasari (1511-1574). Portada de «Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos» (Giunti, Florencia, 1568)

Giorgio Vasari

La vida de Giorgio Vasari Aretino (1511-1574) es la suma del trabajo intenso y del perfeccionismo (nunca totalmente satisfecho de los resultados de su esfuerzo) de un hombre polifacético, cabeza de familia tras la muerte de sus padres, dibujante (diseñador decía él), pintor y arquitecto, y del carácter abierto, amistoso y empático (diríamos hoy) y escritor, que no sólo se ocupó de sus tres hermanas y dos hermanos menores tras la muerte de su padre, sino que tuvo la fortuna de ser estimado desde sus primeras obras a los dieciséis años y trabajar por las principales ciudades de Italia y de ver su obra reconocida y exportada en España y Francia.

Por mi parte, vuelvo a menudo a su obra «Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos» en la última edición italiana publicada en vida del autor (Florencia, Giunti, 1568), cuya primera parte apareció en 1550 y fue aumentando sucesivamente hasta antes de cumplir sus cincuenta y seis lúcidos años.

Incluye en las seis partes de esta obra no sólo la biografía y la descripción de la obra de 178 artistas, en su mayoría contemporáneos suyos, sino que la corona con el relato autobiográfico de su propia vida y obra, que es sencillamente fascinante.

No es exagerado afirmar que este libro inaugura con éxito la moderna historiografía del arte.

Giorgio Vasari en grabado de «Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos» (Giunti, Florencia,1568)

Además de su concepto del arte del dibujo como la disciplina que hay que dominar para ser pintor, escultor o arquitecto, lo que añade modernidad a este libro monumental es la pluralidad del acercamiento al trabajo de los artistas. Vasari es un precursor de historia social del Arte, pues analiza las circunstancias y condicionamientos del obrar artístico, muy en particular en su autobiografía, a la manera de un «pre-sociólogo», como por ejemplo:

  • los aspectos mercantiles versus las afecciones, preferencias y pasiones del creador, sin olvidar mencionar las necesarias retribuciones y sus cifras;
  • la intervención del poder político en la promoción del artista y el estado de paz o de guerra que condiciona las posibilidades de realización y conclusión de las obras;
  • el mundillo de animadversiones y celos, incluso los boicots por parte de artistas o operarios, incluso la descripción de huelgas insidiosas promovidas para dificultar la tarea de un competidor envidiado;
  • las ventajas o inconvenientes del lugar, e incluso del edificio donde se ha de crear el fresco o insertar los lienzos o un grupo escultórico, con la necesidad de intervenciones previas para hacer posible con éxito la creación que se demanda…

Y así muchos otro aspectos, que hacen de Giorgio Vasari un precursor del mejor barroco, además de un pintor que en su realismo (el mal llamado manierismo) irrumpe con gran éxito en su época, no sin rendir reconocimiento en los frescos de la Sala Grande de su casa en Florencia a trece artistas que destaca entre los que influyeron en su obra: CimabueGiotto, Masaccio, RaffaelloMichelangeloLeonardo, Andrea del Sarto, Donatello e Brunelleschi, Perin del VagaGiulio RomanoRosso Fiorentino y Francesco Salviati.

Giorgio Vasari. Detalle de la Sala Grande de la Casa de Vasari en Florencia. Fuente wikipedia/commons

De algún modo también, salvadas las distancias, yo agradezco a Vasari que, tras algunos años en que he tenido interrumpida mi actividad pictórica (se me habían secado ya la mitad de mis tubos de óleo), mi relectura hace pocos días de su autobiografía me ha empujado a sacudirme la pereza y tomar de nuevo los pinceles.

Son muchos los pasajes de «Las vidas» que además hacen a este gran aretino merecedor de un reconocimiento como literato. Hay algunas cosas que dejó escritas en su obra que cito y traduzco a continuación, pensando en quienes se propongan dedicarse al arte del dibujo, la pintura o la escultura, con mayor o menor destreza, pero siempre con placer y pasión :

Avendo io in fin qui ragionato dell’opere altrui, con quella maggior diligenza e sincerità che ha saputo e potuto l’ingegno mio, voglio anco nel fine di queste mie fatiche raccòrre insieme e far note al mondo l’opere che la divina bontá mi ha fatto grazia di condurre; perciò che, se bene elle non sono di quella perfezzione che io vorrei, si vedrà nondimeno da chi vorrà con sano occhio riguardarle, che elle sono state da me con istudio, diligenza e amorevole fática lavorate, e perciò, se non degne di lode, almeno di scusa; sanzaché, essendo pur fuori e veggendosi, non le posso nascondere.

.

Habiendo yo en definitiva razonado sobre las obras de otros con la mayor diligencia y sinceridad de que ha sabido y podido ser capaz mi ingenio, quiero, al final de estas fatigas mías, recorrer en su conjunto y dar a conocer al mundo las obras que la divina bondad me ha concedido graciosamente llevar a cabo; por lo que, aunque ellas no tengan la  perfección que desearía, verá no obstante quien con ojo sano quisiera mirarlas, que ellas han sido por mí con estudio, diligencia y amorosa fatiga trabajadas, y por ello, si de alabanza no son dignas, al menos merezcan ser excusadas; aparte de que, al estar ya fuera y a la vista, no las puedo esconder.

(…)

Ma cosí avess’io saputo mettere in opera il mio concetto, come sempre con nuove invenzioni e fantasie sono andato, allora e poi, cercando le fatiche e il difficile dell’arte!

.

¡Mas ojalá hubiera yo sabido poner en obra la idea mía, ya que siempre, entonces y luego, he andado entre innovaciones y fantasías, en busca de las fatigas y la dificultad del arte!   

(…)

…questo, che se, come ho detto, in loro non si vedrà eccellenza e perfezzione, vi si scorgerà per lo meno un ardente disiderio di bene operare, et una grande e indefessa fática, e l¡amore grandissimo che io porto alle nostre arti. Onde averrà, secondo le leggi, confesando io apertamente il mio difetto, che ne sarà una gran parte perdonato.

…aunque como he dicho, si en ellas no se verá excelencia y perfección, se descubrirá al menos un deseo ardiente de hacerlo bien y una gran e indefensa fatiga así como el grandísimo amor que profeso a nuestras artes. De donde se derivará según las leyes que, confesando abiertamente mi defecto, este me será en gran parte perdonado.

Giorgio Vasari, «Descrizione del’opere di Giorgio Vasari pittore e architetto aretino»
Giorgio Vasari. Autorretrato, 1566-1568, Galeria degli Uffizi, Florencia

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¿Casualidad?

Vasari pintó un cuadro de tema clásico, que, salvo ignorancia de mi parte, tiene un detalle :

Vasari San Lucas pintando a la Virgen 1572, fresco. Florencia Basílica de la Anunciación

en el fondo se aprecia a la derecha una puerta que muestra en el aposento contiguo a San José carpintero trabajando en su taller, lo cual independientemente de la anacronía de que el apóstol Lucas, a quien se atribuían dotes no sólo de evangelista sino también de pintor ya anduviese tan temprano en tareas de retratista de la Sagrada Familia, a mi me hace ver una coincidencia la composición de un bien conocido cuadro

Las Meninas. 1656. Museo Nacional del Prado.

en el que 74 años más tarde la composición también incluye al fondo a la derecha una puerta a la que se asoma el aposentador de la familia real… No sé si esta coincidencia pueda ponerse en relación con este cuadro, que Velázquez pudo conocer en uno de sus dos viajes a Italia.

Curiosamente, el dibujo que Vasari hizo en preparación del mismo llegó (no sé sabe bien cuál fue su primer itinerario) al Museo del Prado.

Vasari San Lucas pintando a la Virgen 1568 a 1572 Dibujo a tinta y aguada, Museo delPrado

Es posible que este recurso de perspectiva aérea tenga antecedentes similares, aunque quizás menos realistas, en la historia de la pintura. En todo caso, si a algún lector tiene memoria de alguno, le ruego me lo comente.

Colofón: en camisa de once varas

Para acabar y a riesgo de inmodestia, me voy a atrever a ir dando por etapas, para celebrarlo, mi retorno al lienzo, que la lectura de Vasari ha espoleado y motiva para que también mis defectos e imperfecciones en la práctica de la pintura se sometan en este blog al escrutinio de mis lectores. En estos días en la playa de la Almadraba de Els Poblets me estoy inspirando en una salida del sol que habrán ya ustedes visto en el post del hace una semana

¡cercando le fatiche e il difficile dell’arte!

Primera jornada:

1) Salida del sol en Playa de la Almadraba croquis del cuadro en proceso. Foto y trabajo R. Puig
2) Salida del sol en Playa de la Almadraba, preparando en acrílico. Foto y trabajo R. Puig

Continuará y…

…no sé, no sé lo que saldrá

La mar es móvil

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Playa de la Almadraba, hoy 28 de noviembre al amanecer, Foto R.Puig

En castellano decimos el Mar, pero también la Mar.

Si nos atenemos a los inacabables atributos de esta variable masa inmensa de aguas y a sus superficies de innumerables colores y tonalidades, que emulan las infinitas calidades de los cielos, es indudable que se le puede cantar aquello que compuso Verdi:

La donna è mobile

Qual piuma al vento

Muta d’accento

E di pensiero

.

Rigoletto, Giuseppe Verdi

Aunque en este caso muda de luces, colores, tonalidades, formas y, en fin, no nos cansamos de contemplar hipnotizados sus variaciones.

Así se ha presentado durante las últimas semanas en este mi rincón de España…

10 de octubre, Playa de La Almadraba del lado de levante tras la puesta del sol. Foto R.Puig
30 de octubre, Playa de la Almadraba. Foto R.Puig
27 de noviembre, Playa de la Almadraba. Foto R.Puig
27 de noviembre, Playa de La Almadraba del lado de poniente. Foto R.Puig

Y esto es sólo una muestra de lo que ustedes, comprensivos lectores, pueden comprobar cuando se acomoden frente al mar durante unos días. No digo pues nada que todos saben. Sólo que el problema se plantea crudo cuando tratas de plasmar sobre un lienzo, alguno de los millones de rostros de esa mar, que «muta di tono e di colore».

En esas estoy. Como ya explicaba el domingo pasado, estoy intentando pintar un cuadro y, para complicarme la vida, se trata de la mar, de esa mar de la Marina Alta, de este rincón del Golfo de Valencia, en donde tengo, como titulaba Vilhelm Moberg una de sus novelas, mi stund på jorden («rincón en la tierra»).

No les cansaré mucho, estas han sido cuatro atareadas versiones del sol levante en la Playa de la Almadraba hasta hoy…

24 de noviembre
25 de noviembre
26 de noviembre
Hoy, 28 de noviembre

Y no estoy convencido. No sé aún cómo resolveré la movilidad y las tonalidades de la mar.

Lo mejor será dejar que el cuadro duerma una temporada y acabarlo cuando ya sea posible zambullirse en esta playa sin agarrarse un resfriado…

Giuseppe Modica, pintor señero del arte contemporáneo italiano (I)

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Giuseppe Modica, «Grande stanza della pittura»,1997, óleo sobre lienzo

La pintura contemporánea italiana, la de los artistas que trabajan a caballo entre el siglo XX y el XXI no ha sido muy comentada en este blog, aunque ya había anticipado algo sobre uno de los pintores italianos más personales e independientes de corrientes y tendencias del mercado del arte; me refiero a Giuseppe Modica (Sicilia 1953), a quien tuve la suerte de tener como mi profesor en la Accademia di Belle arti de Roma durante el curso 2010-2011. Recientemente se ha jubilado de varias décadas de docencia, y con tal motivo le dedico mi estima con este modesto testimonio sobre su obra y sobre el sentido que en ella el pintor plasma.

Nació en Mazara del Vallo, Trapani (Sicilia) y desde que tenía catorce años no ha dejado de pintar, aunque sus primeros estudios universitarios fueron de Arquitectura en Palermo (de los cuales se percibe huella en la construcción de los varios espacios de sus lienzos) antes de cambiarlos por la escuela de Bellas Artes de Florencia, entrelazados con sus primeras exposiciones desde los diecinueve años en Sicilia, y en 1976 su primera mostra individual de Florencia, donde la crítica de arte empieza a calificar su pintura como metafísica. El acceso a los grandes museos de Florencia dejará trazas en su estilo personal. Es en esta capital del Renacimiento donde se establece en 1978 con su esposa Carla y donde completará estudios y seguirá experimentando y explorando su propio camino pictórico.

En 1987 se transfiere a Roma, accediendo por concurso a la cátedra de Pintura en la Accademia di Belle Arti en 1987, donde ha fomentado en sus aulas la experimentación personal y la práctica exigente hasta 2021, por sus clases han pasado centenares de alumnos, entre ellos el que aquí escribe.

En esta crónica-reseña de su obra en dos capítulos, comentaré obras de tres décadas desde los años 90 hasta la actualidad, recurriendo a lienzos expuestos en su más reciente muestra en el Museo Andersen de Roma de junio a octubre del 2021 sobre el tema del Atelier (1), el lugar donde el pintor reflexiona y medita, donde la memoria aflora y revela, donde lo plasma en obras como la que encabeza esta entrada, con el mar y la luz de su Sicilia natal que se aparecen en su lugar de trabajo.

Giuseppe Modica, «Riflessione improbabile», 1995, óleo sobre lienzo

El paso del tiempo deja sus señales en pavimentos usados y en paredes descascarilladas, trasfigurando melancolías y reminiscencias.

Giuseppe Modica, «Labirinto», 2013, óleo sobre lienzo

Estamos ante una pintura reflexiva, tanto en el plano del pensamiento como en relación con las leyes de la óptica, como se manifiesta por los espejos y vidrieras artesanos de sus mágicas representaciones: presencia del pensamiento, del proceso conceptual, de la abstracción elaborada en el terreno de la composición (espacio muy despejado y articulado), que es siempre extremadamente precisa y medida, de forma que todo lo que se propone a la vista del observador esté mediado, evocado, listo y estimulante para que la mirada se dirija a una subsiguiente meditación.

Laura Gavioli en «Giuseppe Modica. La luce, la pittura, la visione» (2)

En su obra hay alusiones a la obra de otros artistas como Antonello da Messina (siciliano como él), Durero, Velázquez, Caravaggio, Man Ray, etc.

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Evocación de Antonello da Messina

El pintor en su atelier

Homenaje a Antonello, 1991, óleo sobre lienzo, 130×180 cm

como el monje en su estudio…

Antonello da Messina. San Jerónimo en su estudio. National Gallery, London.

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Evocación de Durero

El paso del tiempo…

Giuseppe Modica, «Atelier con Durero y Man Ray», 2015, óleo sobre lienzo

La cámara del fotógrafo como filtro de la realidad, el metrónomo de Modica, el reloj de arena de Durero y el poliedro que espera a su Sísifo como un símbolo de servitud eterna.

Durero, «Melancolía»

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Evocación de Velázquez

El revés de la escena…

Giuseppe Modica, «Atelier, el pintor y la modelo», 2003 – 2005, óleo sobre lienzo

En este cuadro, el pintor italiano, evocando la escena del español, se representa a través del espejo con el pincel en la mano ante su lienzo visto por la parte posterior. La modelo protagoniza el cuadro como lo hacen las meninas en el de Velázquez, pero en la obra de Modica, en lugar del espejo velazqueño, donde los reyes se reflejan, hay una ventana. En ambos casos hay además una puerta, a través de la cual, como de su ventana, el siciliano muestra la costa mediterránea, evocando sus orígenes; mientras que en la puerta del sevillano aparece el aposentador real.

Velázquez. Las meninas, Museo del Prado

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Azul

Como en toda la obra de Modica el color azul que todo lo baña es lo que algunos críticos han denominado el Blu Modica (3). Sobre ese aspecto y sobre el tratamiento de la luz en el maestro siciliano hay una abundante bibliografía, que. sobre lo publicado hasta el 2010, se puede consultar en la obra citada en la nota 2.

***

Giuseppe Modica

El artista fotografiado en diciembre del 2017 ante su cuadro Le rotte della tragedia (un mare di morti), óleo sobre tríptico (150×300 cm.) donde se aprecia su Sicilia natal.

Giuseppe Modica en su atelier, 2017, Foto Dino Ignani.
«Las rutas de la tragedia (un mar de muertos)»

Página web del pintor

Continuará…


NOTAS

(1) Algunas de las exposiciones personales de Giuseppe Modica desde 1990: Aosta (1991), Ferrara, Palazzo dei Diamanti (1993); (1997) Casa dei Carraresi, Treviso; Barcelona y Moscú (2003), (2005) Loggiato di San Bartolomeo, Palermo; (2007), Convento del Carmine Galleria Civica, Marsala; (2007) Arte italiana a Palazzo Reale, Milano; (2008) Palazzo di Venezia, Roma; (2010) Galleria Civica, Potenza, (2015) París, Galería Sifrein y Sydney (2015), Melbourne (2016). Pekín (2018) muestra Light of memory (organizada por Giorgio Agamben y Zhang Xiaoling). Esta es una selección de las más de ochenta exposiciones individuales que se le conocen desde que comenzó a exponer en 1973, sin contar las innumerables exposiciones colectivas en las que su obra ha estado representada.

(2) «Modica. Inseguire la pittura. Opere 1999-2010», Comune di Potenza, 2010, pág.12

(3) Marco Di Capua, «Blu Modica», catálogo de la exposición en el Centro Cultural Le Muse, Andria (Puglia), 2009.

De abril en Madrid

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Francesco Albani 1604 – 1605. San Juan Evangelista. Detalle de «Los apóstoles alrededor del sepulcro vacío de la Virgen». Museo de Arte de Cataluña, exposición en el Museo Nacional del Prado de Madrid.

He pasado una semana en la Comunidad de Madrid, donde la primavera, caprichosa como de costumbre, ha alternado el frío y el calor, la lluvia y el cielo azul.

Azul es también el manto de San Juan Evangelista, quien boquiabierto mira a los cielos, se supone que palestinos, pues la Virgen María, en vez de quedarse a reposar en su sepulcro, ha sido abducida hacia el empíreo, para hacer compañía al Padre Eterno, junto a Jesús, su hijo resucitado.

El rostro de San Juan puebla estos días de grandes carteles las calles de Madrid, pregonando una exposición temporal del Museo del Prado, dedicada a los frescos de la Capilla Herrera en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma, obra que el banquero y mecenas Juan Enríquez de Herrera, que le dio su nombre, encargó a principios del siglo XVII a Annibale Carracci y que éste realizó con el importante concurso de su colaborador Francesco Albani y de algunos otros pintores que ayudaron a aquel maestro, de la familia de artistas boloñeses Carracci, quien gozaba de las preferencias de los papas.

Cuando aquella capilla ya amenazaba ruina, uno de los más destacados extractores de frescos del siglo XIX, Pellegrino Succi, dirigido por el escultor español afincado en Roma Antonio Solá, en 1850 separó de la pared, para fijarlas sobre tela, la serie de escenas dedicada a la vida de San Diego de Alcalá y otros aspectos de la Historia Sagrada.

No abundaré más sobre la historia de estas obras y su regreso a España, pues está detallada abundantemente en internet. En mi caso traté de conseguir entrada para ver la exposición, pero estaba todo vendido para los días de mi estancia y me he tenido que contentar con el catálogo que conseguí en una librería de Chamberí y que estoy leyendo con fruición. La imagen del rostro de San Juan es mi foto de un gran cartel que había en la calle cerca de la fachada del museo.

Volviendo al azul, les obsequio con algún retazo del cielo madrileño, sobre la plaza de Alonso Martínez, cuando la lluvia decidió darnos un descanso.

Plaza de Alonso Martínez. 29 de abril. Foto R. Puig
Plaza de Alonso Martínez. 29 de abril. Foto R. Puig

Y otra imagen de la salida de la carretera de la Coruña en dirección a la sierra de Guadarrama que tomé desde el autobús de línea que asciende hacia Torrelodones, Galapagar y Colmenarejo

Carretera de la Coruña el 24 de abril. Foto R. Puig

No me acerqué esta vez a dar un paseo por Madrid Río, obra pública excelente, debida al tesón de un buen alcalde, que ha mejorado la vida de los ribereños del Manzanares y de todos los madrileños que ahora pasean por ese extenso parque, donde antes imperaba un largo tramo de una ruidosa autopista de circunvalación, la M30, ahora cubierta.

Pero sí que estuve el el Museo de Historia de Madrid, cuya visita me recomendó la Sra. Sonia, quien regenta un castizo quiosco de periódicos en la acera de la calle Génova 16, y sabe mucho de la ciudad que me vio nacer. Así que esta vez no les muestro el Manzanares tal que hoy se ve, pero les puedo sin embargo obsequiar con una escena de nuestro río como lugar de baño y regocijo en el siglo XVII.

Baños en el Manzanares junto al «Molino Quemado», óleo atribuido a Francisco Castello, 1634-1637, detalle. Museo de Historia de Madrid.

Los madrileños ya habían inventado las playas naturistas hace casi cuatro siglos.

Giuseppe Modica, la luz como la vía del pintor para reordenar el mundo (y II)

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Giuseppe Modica. «Fiat Pax», 2022. óleo sobre tela, 150×110 cm.

La Paz sigue siendo la utopía que, siglo tras siglo, se retrae una y otra vez del alcance de la Humanidad, en cuyo seno surgen repetidamente las mentes criminales con poder dispuestas a impedir su logro. En este cuadro reciente ha expresado Giuseppe Modica ese ansia que la guerra acorrala en el espacio de lo irrealizable.

Al fondo de una galería de espejos el deseo de vivir en paz se aleja fugitivo. En primer plano el poliedro inspirado por la Melancolía de Durero y, tras los muros que nos alejan de la Paz, el azul del mar y los campos natales del pintor. El horizonte en calma de una memoria primigenia figura una época añorada que la voluntad violenta, la malignidad de unos pocos, arrebata desde siempre a las inmensas mayorías.

Este cuadro es una invocación silenciosa con el único grito que el artista tiene, el de su creación pictórica

Giuseppe Modica ,»Fiat Pax» 2022, detalle.

El cuadro Fiat Pax de Giuseppe Modica fue portada el domingo 17 de abril del 2022 del suplemento La lettura del Corriere de la Sera, que se la encargó al artista. Fue acompañada de una nota biográfica del artista véneto Gianluigi Colin (Pordenone, 1956) que sintetizaba el sentido del cuadro: «estamos en un tiempo en suspenso donde sin embargo el presente adopta la forma de un arco iris en el que están impresas dos palabras que aparecen como admonición y grito colectivo: Fiat Pax» (*)

El 10 de abril presenté algunos lienzos que Giuspeppe Modica pintó en los años noventa, así como sus evocaciones de aquellos artistas del pasado que inspiraron algunos de sus cuadros de entonces, así como otros de la segunda década del siglo XXI.

Giuseppe Modica, «Studium» 2016, óleo sobre tela, 130×162 cm.

Hoy completo, si es que eso es posible, aquel primer capítulo con algunas obras recientes que nos ayudan a seguir analizando su contribución a la pintura contemporánea italiana y europea.

El taller es un lugar mágico lleno de resonancias, un lugar no sólo de producción sino también y sobre todo de meditación, reflexión y gestación, como suele subrayar el propio Modica, llamándolo labor-oratorium. En el interior, juega un papel fundamental el espejo, ese no lugar fugitivo, pero capaz de multiplicar los puntos de vista y también las diferentes visiones posibles de la realidad, cada una portadora de maravilla y estupor.

Mariastella Margozzi, Directora de los Museos Estatales de la Ciudad de Roma
«Rifrazione-Atelier»,2020, óleo sobre, tela150x110 cm.

La pintura es como un espejo y presenta una alternancia y una relación entre la superficie y la profundidad, entre la sensualidad táctil de los primeros planos y la profundidad ilusoria de la lejanía. Y todo sucede en el espacio mágico y el tiempo infinito del Atelier.

El Atelier es también un lugar de encuentro y confluencia de distintas temporalidades: el tiempo de la memoria y la imaginación se combina con el tiempo procesual y constructivo de la larga elaboración ejecutiva. Es el sitio de un entrelazamiento laberíntico de impresiones cotidianas y memorias culturales.

Giuseppe Modica, 2021
«Atelier Nero (contraluz)», 2018 óleo sobre tabla,100×140 cm.

Esta es la única obra del pintor, entre las que aparecen en su página web, y que en particular me ha señalado para el blog, en la cual el negro es el protagonista a contraluz. Es un cuadro en el que el pintor por excelencia de la luz mediterránea, en cuyos obras la oscuridad queda siempre restringida a una estancia que se atisba a través de una puerta o al pasaje de un túnel, pero sólo como tránsito hacia la luz del mar, del paisaje o del cielo, el solo cuadro en que la oscuridad embarga el cuadro, y la luz queda circunscrita. Se trata de una cámara oscura, de una estancia agrandada similar a aquellas cajas que Caravaggio o Vermeer dicen que utilizaban para capturar la escena. ¿Es el mar que se percibe en los espacios geométricos del atelier negro de Módica el resultado de una proyección que quiere romper el encierro de este recinto enladrillado de negro? ¿Corresponde este cuadro inhabitual a una meditación en tiempos difíciles?

Un año antes ya había realizado un cuadro en el que una cortina de oscuridad intenta cancelar un cielo luminoso manchándolo de precipitaciones mugrientas, como si una ventana olvidada nos velase el mundo

«Luce-Buio», 2016-17, óleo sobre tela, díptico 150×200 cm.

Creo que todo pintor, llevado por un secreto y a menudo inconsciente anhelo de reordenar el mundo, para lograr su obra pugna con la realidad. Su arma para esta tarea inacabable es la luz, esa materia fugitiva que los pintores tratan de domesticar, capturando algunas de las tonalidades del espectro e identificándose con ese mundo que con su elección nos abren.

Giuseppe Modica es un pintor infatigable, cuya pintura esposa el azul primario, el cian, en todos sus matices. No obstante, también en su laboratorio, el mundo reclama sus derechos, se resiste a ser reordenado, y llegan los días en que el negro surge, ya que incluso un magenta puede teñir el azul y oscurecerlo; incluso el amarillo solar puede arrastrarnos al eclipse, dando paso a las negruras de la realidad con las que el pintor se enfrenta.

«Spazio circolare» (viaggio infinito) 2021, óleo sobre tabla,100×100 cm.

Concluiré fijándome en un lienzo del año pasado en el que reafirma y renueva su constante meditación sobre el espacio y sus ilusiones especulares, recorriendo los territorios del sueño donde pasamos de un plano de la realidad a otro. Ya no es el poliedro de la melancolía de Durero el que se repite en este lienzo sino la esfera, la forma que Parménides (504 – 450 a.C.) consideraba la representación del Ser, perfecto como una esfera, igual en todas sus direcciones a partir del centro.

Quizás Giuseppe Modica nos esté diciendo que su búsqueda a través de los espejos sea la de un mundo reordenado en la armonía de las esferas y de la luz, una realidad que él investiga con serenidad tenaz en ese atelier en el que elabora sus lienzos, unos pocos cada año, como meditaciones que su pincel destila.


Notas:

(*) Ojalá que este grito no fuese necesario y que no se tuviese que iniciar este segundo capítulo dedicado a mi profesor y amigo, Giuseppe Modica, con esa invocación en la que leo su tácito rechazo a esa sangrienta invasión de Ucrania por el ejército de un dictador que no sólo somete y silencia al propio pueblo ruso, sino que ha decidido asesinar a miles de civiles y destruir la vida de millones de personas.

Madrid al claroscuro en la pintura de Amalia Avia

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Amalia Avia. Puerta del sol, 1979. Colección ENAIRE

He visitado la exposición El Japón en Los Ángeles. Los archivos de Amalia Avia, antología de los cuadros de Amalia Avia (1926 – 2011) en la Sala Alcalá 31, una amplia retrospectiva en la que predominan las fachadas madrileñas, que la artista transformó en óleos sobre tabla.

La exposición es muy amplia y no se limita, aunque sean prevalentes, a los cuadros que tienen como protagonista un arco de cincuentas años de la capital de España, durante los que Amalia Avia hizo de Madrid la materia de su arte.

Durante las primeras décadas de su actividad pictórica -madre de cuatro hijos- pintaba en sus ratos libres. Con frecuencia se basaba en fotografías como punto de partida de sus obras.

Fotografía de la Puerta del Sol utilizado como referencia para su tabla.
Amalia Avia. Bar Viva Madrid,1978, óleo sobre tabla. Museo Municipal de Arte Contemporáneo de Madrid
Fotografía del Bar Viva de Madrid utilizada como referencia

En sus trabajos predomina la pintura sobre tabla; en el óleo sobre táblex suele producirse una parcial absorción del medio de trementina y aceite por la madera. Lo que, a mi modo de ver, pudo atenuar la tonalidad de los pigmentos ocres, ya de por sí oscuros, que ella prefería. Según manifestaciones de su hijo Rodrigo Muñoz Avia, su madre conseguía velar más aún la escena representada, pues, como paso previo al proceso de finalización, nos dice que la «rociaba con aguarrás y le tiraba la cerilla».

La artista solía seleccionar fachadas en las que se notaba el paso del tiempo, de las cuales se ausentaba la figura humana ante puertas cerradas y balcones desiertos, como si los locales hubieran entrado en desuso. No obstante, en su trabajo de los años 60 y 70 pinta figuras humanas con diversos perfiles expresionistas y de rostro desvaídos.

Amalia Avia. Mineros, 1964, detalle, óleo sobre tabla. Colección familia Muñoz Avia.
Amalia Avia. Puerta del Sol, 1967, óleo sobre tabla. Colección Maruja Avia Peña.
Amalia Avia. La Bobia, 1963, óleo sobre tabla. Colección familia Múñoz Avia.
Amalia Avia. La mujer del mantón, 1964, óleo sobre tabla. Colección familia Muñoz Avia.
Amalia Avia. Barrio de la Fortuna,1966, detalle, óleo sobre tabla. Colección familia Muñoz Avia.
Amalia Avia. El hombre de la maleta 1974, óleo sobre tabla. Colección familia Muñoz Avia.

En décadas posteriores, sus imágenes son las de un Madrid desertado de sus habitantes, la meditación de un pensamiento transformado en visiones de una ciudad silente, triste y melancólica.

Amalia Avia. Despacho de leche, 1994, óleo sobre tabla. Colección familia Muñoz Avia.
Amalia Avia. Cambio de agujas nº 2, 1997, óleo sobre tabla. Colección familia Muñoz Avia.

A las obras de Amalia Avia, por esa costumbre de la crítica de arte de forjar corrientes, se las consideró primero como de escuela «realista» y luego se dio en calificarla de «hiperrealista». Pero yo diría que ella es su propia y exclusiva tendencia, la de una arqueóloga de un Madrid desvanecido, que en sus pinturas levantaba actas para la memoria.


Nota: las fotografías han sido tomadas por mí en la exposición.

Si algún lector quisiera ver otros cuadros de la artista los puede por ejemplo encontrar aquí, y por supuesto, visitando la Sala Alcalá 31 hasta el 15 de enero del año que viene.


Por un lugar de La Mancha

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Espadaña de la Iglesia San Juan Bautista en Alarcón a contraluz. Foto R. Puig

En viaje de Madrid a Valencia, pernoctamos dos noches en Alarcón (Cuenca, Castilla La Mancha), visitamos el lugar y caminamos por sus alrededores. Estuvimos alojados en un hotel, cuyo nombre despide aroma de hierbas, del que no olvidaremos la cordialidad, las atenciones y la agradable conversación del patrón y la patrona, y seguimos durante más de dos horas a un guía excelente con el que visitamos tres de los templos más notables de la villa y subimos a sus murallas.

Me es imposible decir nada original sobre esta altiva plaza cuya historia condensa muchos de los avatares que formaron parte de la construcción de España a partir del siglo XIV, cimentada sobre prolegómenos, iberos, romanos, visigodos y árabes.

Pinares en las laderas de Alarcón. Foto R. Puig

El pueblo está como atrapado entre una de las dos hoces que forma el río Júcar en los alrededores del peñón sobre el que se construyó su fortaleza.

Embalse del Júcar al norte de las murallas de Alarcón. En el centro la «torre de los Alarconcillos» (siglo.XIV). Foto R. Puig
Plano aéreo de Alarcón en Google
Antiguo puente romano (restaurado) del Tebar al norte de las murallas de Alarcón. Foto R. Puig
Antigua puerta de acceso a Alarcón por el Norte. Foto R. Puig
El peñón donde se asienta Alarcón visto desde el noroeste. Foto R. Puig
Acceso actual por el Este de Alarcón sobre el río Júcar. Más arriba el puente de Chinchilla o del Picazo, antiguo acceso del suroeste. Foto R. Puig

En definitiva se puede resumir las razones para el nacimiento de un pueblo fortaleza sobre este peñón en su calidad de lugar de control y defensa durante siglos de guerras, emplazamiento de valor estratégico y militar. Pero, cuando la nación se unificó en torno a los Reyes Católicos y las fronteras de conflictos seculares desaparecieron, esta atalaya de vigilancia de rutas de la meseta hacia Levante y entre el norte y sur de la parte oriental de la península perdió su importancia.

Fue en los años sesenta del siglo XX cuando la creación de un parador nacional atrajo la atención de un número creciente de visitantes que empezaron a interesarse por la historia, los monumentos y paisajes admirables de Alarcón. Por entonces ya estaban demolidos o en vías de desacralización algunos de sus templos, agrupados a las espaldas del castillo.

Alarcón, acceso actual al Este visto desde las murallas del Castillo (parador). Foto R. Puig

¿Qué decir?

Ninguno de mis comentarios a todo esto podría ser original. Pero quiero mostrar algo que me ha sorprendido, el detalle de un blasón, de un escudo de armas, en una de sus calles (si mi memoria no me engaña situado en un muro en la calle del Dr. Agustín Tortosa).

Escudo de armas en la calle del Dr. Tortosa en Alarcón. Foto R. Puig

Si observamos los rasgos y el tocado del personaje que asoma a la derecha del torreón…

Escudo de armas en la calle del Dr. Tortosa en Alarcón. Detalle. Foto R. Puig
El personaje de tocado y rasgos amerindios en el escudo de armas en la calle del Dr. Tortosa en Alarcón. Detalle. Foto R. Puig

me recuerdan en su sorprendente parecido a otro perfil de quien parece ser un cacique amerindio en la Colegiata de Lobbes en Bélgica, del que hemos hablado en este blog, que fue cincelado sobre la lápida de la llamada «tumba del abad» por un artista anónimo del siglo XVI.

La Colegiata de Lobbes, Bélgica, tumba de abad. Detalle de cacique o sacerdote mesoamericano. Foto R. Puig

Si este personaje en el blasón en una calle de Alarcón fuese la representación de algún amerindio, ello podría significar que se trata de un escudo de armas relacionado de algún modo con documentos o representaciones que llegaron a España en los inicios de la colonización hispana de América, o con alguien que allá viajó, participó de aquella aventura y tuvo parte del señorío que este blasón representa, y que no he podido precisar cuál sea. Tampoco puedo saber si es una copia reciente de alguna reproducción estampada salida de un archivo.

Volviendo a la plaza del ayuntamiento

Alarcón, la Iglesia (desacralizada) de San Juan Bautista en la Plaza del Infante Don Juan Manuel. Foto R. Puig

Y para terminar, acabadas mis elucubraciones, les animaré a que, si tienen la oportunidad de hacer parada y fonda en Alarcón, de hacerlo. Y, eso sí, no se se asusten demasiado cuando entren en esta que fue iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista para ver las pinturas murales de Jesús Mateo (*).

Murales de Jesús Mateo (1995) en el espacio del antiguo templo de San Juan Bautista (*) en Alarcón. Foto R. Puig
Alarcón, detalle de los murales de Jesús Mateo (el ser humano en blanco) en lo que fue Iglesia de San Juan Bautista. Foto R. Puig

¡manos arriba!

Conclusión con gato

Como en muchos lugares de España los gatos son los principales anfitriones de una visita turística que se precie. Actualmente están mereciendo incluso la cláusula de un proyecto de «ley animalista» que se discute en las Cortes para que se blinden los cientos de colonias gatunas de nuestro país, cosa que no sería del agrado de las muchas aves y de pequeños animales de nuestra fauna que merecen protección ante los millones de zarpas gatunas, según nos dicen biólogos y zoólogos que tiene estudiada esta delicada cuestión de equilibrio.

Este simpático gato de Alarcón parece reflexionar sobre la cuestión.

Notas:

(*) La iglesia de San Juan Bautista se construyó durante los siglos XVI y XVII sobre otra románica. En el siglo XIX aconteció la desamortización de Mendizábal de los bienes de la Iglesia Católica, sobre la que hay diferentes valoraciones, pero se puede resumir en la transferencia de propiedades agrícolas e inmobiliarias del clero al Estado y paulatinamente (a precios ventajosos) a la burguesía decimonónicos.

En el caso de este templo ya desacralizado, según nos explicó el guía, aún seguía sujeto a las decisiones del cura párroco de Santa María, Don Antonio, a quien se dirigió un día un pintor conquense que obtuvo su permiso para cubrir los muros del interior con murales.

Este es, según dicha explicación, el origen de los murales de Jesús Mateo, trabajo laborioso y cuyos méritos han sido ampliamente reconocidos. No puedo evitar recordar que hizo falta el guía que presidía la visita de la obra (bajo una iluminación que no es la ideal) para dar con el sentido que el autor les atribuye a sus iconografías, organizadas según los signos del Zodíaco, así como por los varios meses del año en sus arcadas, los distintos seres esquematizados y su significación en la mente del pintor, sin olvidar su aspiración a englobar la totalidad del cosmos en esta noche rojinegra, sin omitir un árbol de Jesé que no acaba en su coronación bíblica, además de una figura fantasmal de los pies de un ser humano en la zona del coro y la aparición de su nariz, ojos y extremidades superiores en la zona del altar, tras yacer bajo el suelo del templo en toda sus extensión, que obra así como fosa donde yace ese largo cuerpo, amén de muchas otras figuras de intención alegórica. Parece que el pintor ha querido inspirarse someramente en figuraciones de El Bosco, Picasso, Miró, aunque de forma algo desmañada y apresurada. No obstante lo cual esta enorme danza mural ha sido calificada pomposamente como «el noveno día de la creación». Esperemos que los largos hilillos de pintura que la recorren toda de arriba abajo no tengan que ver con filtraciones indeseadas que amenacen su perennidad.

La expresión del rostro en la obra naturalista de Albert Edelfeldt (Fisionomías XXXII)

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Albert Edelfelt. Niña tejiendo un calcetín, detalle, Óleo sobre lienzo, 1886. Fundación de Bellas Artes y Museo Gösta Serlachius, Mänttä, Finlandia. Foto R. Puig.

El jueves pasado he visitado la exposición de obras del pintor finlandés Albert Edelfeldt (1854-1905) en el Museo de Arte de Gotemburgo (Göteborgs Konstmuseum, del 22 octubre al 12 marzo 2023). Fue un artista pionero en protagonizar exposiciones individuales en el siglo XIX en Gotemburgo, Estocolmo y Copenhague, cuando lo más habitual eran las muestras colectivas en los «salones» anuales, en especial el de París, donde se dio a conocer durante sus años de aprendizaje y consagración en la que era por entonces capital del arte moderno.

Albert Edelfeldt. Retrato de su madre, detalle, 1883. Galería Nacional de Finlandia, Foto R. Puig
Albert Edelfeldt. Retrato de su hermana Berta, óleo sobre panel, 1884, Galería Nacional de Finlandia. Foto R. Puig.

A mi modo de ver, lo mejor de su obra son las expresiones de las personas que plasma con un diestro trabajo fisonómico

Albert Edelfeldt. Modelo con abanico, óleo sobre panel,1879. Colección Niemisto, Foto R. Puig

así como su maestría en la representación del contexto en que viven y se desenvuelven,

Albert Edelfeldt. Servicio divino en el archipiélago de Uusimaa, detalle, óleo sobre lienzo,1881. Museo d’Orsay, París, Foto R. Puig

donde destaca la actitud y el carácter de los retratados. Ejemplo de ello son los fieles que asisten a una celebración religiosa en una isla del archipiélago de Uusimaa y las escenas en el mar.

Albert Edelfelt. Fuera en el archipiélago, detalle, óleo sobre lienzo, 1898. Galería Nacional de Finlandia. Foto R. Puig
Albert Edelfeldt. En el mar, óleo sobre lienzo,detalle, 1883. Museo de Arte de Gotemburgo, Foto R. Puig

Tales destrezas pictóricas comienzan tradicionalmente en los procesos de aprendizaje del oficio en los que se pide pintar tu propio rostro. Edelfeldt realizó su autorretrato (catálogo de la exposición de Gotemburgo) a los veinte años, poco después de llegar a la Escuela de Bellas Artes de París, donde estudió de 1874 a 1877 bajo la dirección del pintor Jean-Léon Gérôme .

Albert Edelfelt. Autorretrato, Óleo sobre lienzo, 1874, Galería Nacional de Finlandia

El joven pintor había estudiado antes en la escuela de la Sociedad de Arte Finlandesa (1871 – 1872) y con una beca de su gobierno en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes (1873 – 74). A partir de 1875 compartió un atelier en París con dos pintores franceses, que mantuvo toda su vida, hasta su muerte en Finlandia en la casa de verano de la familia en Haikko (Porvoo), donde su estudio es hoy un museo que lleva su nombre.

Estudio Museo de Albert Edelfeldt en Haikko, Finlandia.

Otros ejemplos de representación de las personas en su contexto son los que he fotografiado durante mi visita del jueves pasado a la exposición de su obra en Gotemburgo.

En primer lugar el de su amigo y compañero de estudios en la Escuela de Bellas Artes Pascal Dagnan-Bouveret (1852 – 1929)

Albert Edelfeldt. Retrato de Pascal Dagnan-Bouveret, óleo sobre lienzo, detalle, 1881, Museo Georges-Garret, Vesoul, Francia. Foto R. Puig.

Particularmente expresivo y afectuoso es el retrato de Virginie, cuya sonrisa y mirada lo dicen todo, pues convivió con ella durante sus años jóvenes de París (*)

Albert Edelfeldt. Retrato de Virginie, detalle, óleo sobre lienzo, 1883. Museo de Arte de Juensuu, Foto R.Puig

Cinco años más tarde el pintor se casaría con Anna Elise de la Chapelle (1857 – 1921) amiga de la infancia, a quien vemos en un retrato ocho años posterior al de sus esponsales.

El matrimonio tuvo un hijo Erik en el año mismo de su boda (1888) que falleció en Francia a los 21 años.

Albert Edelfelt. Retrato de su esposa Ellan (Anna Elise) detalle, óleo sobre lienzo, 1896.

Esa misma maestría del pintor para representar con intensidad los temperamentos se manifiesta en los retratos del escritor sueco Viktor Rydberg (1828 – 1895), del médico, filósofo e investigador finlandés Joham Wilhelm Runeberg (1843 – 1918) y de la poeta Larin Paraske (1833 – 1904), de la que se recuerda podía recitar de memoria 32.000 versos de la tradición oral de Carelia y que inspiró a Jean Sibelius para su épico poema sinfónico nacional Kalevala.

Albert Edelfelt. Retrato del escritor Viktor Rydberg, detalle, óleo sobre lienzo, 1892. Museo Nacional de Estocolmo. Foto R. Puig
Albert Edelfeldt. Retrato del profesor J.W.Runeberg, óleo sobre lienzo, detalle, 1902, Museo Universidad de Helsinki. Foto R. Puig
Albert Edelfeldt. Larin Paraske, detalle, óleo sobre lienzo,1893. Fundación Viipuri, Museo de Arte Hämeenlina, Foto R. Puig
y las manos de Larin Paraske (1833 – 1904)

El escultor Alpo Sailo (1877–1955) se inspiró en el lienzo de Edelfeldt para su estatua de Larin Paraske.

Alpo Sailo trabajando en la escultura de Larin Paraske (1935) Foto del archivo del escultor

NOTAS:

(*) Anna Kortelaine, «Virginie! Albert Edelfeltin rakastajattaren tarina!» (Virginie! La historia de la amante de Albert Edelfeldt), Helsinki: Tammi. 2002 (referencia que aparece en el catálogo de la exposición).

Kortelaine, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Helsinki y prolífica autora de libros de divulgación histórica, afirma que las cartas de Virginie a Albert Edelfeldt fueron destruidas por la hermana del pintor a la muerte de este.

Referencia: Albert Edelfeldt. A modern Artist in Fin-de-Siècle Europe, Eva Nygårds and Patrik Steorn (Eds.) AA.VV., 199 pags. Gothenburg Museum of Art and Appell Förlag, printed in Riga, 2022

De lo abstracticio cotidiano

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Arte efímero 1. Foto R. Puig

Famosas son las obras del expresionismo abstracto que se expandieron por el arte occidental después de la II Guerra Mundial y que ocupan grandes espacios de los museos de arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX. Todo aficionado a la pintura y a la escultura habrá en alguna ocasión visitado, al menos virtualmente, las salas de Europa o América en donde están expuestas. Sin ir más lejos, en Cuenca hay un Museo de Arte Abstracto Español dedicado a los pintores y escultores españoles que se expresaron a través de la abstracción.

No seré pues yo quien pretenda dar lecciones en la materia, si bien en alguna ocasión me he visto tentado por esa tendencia y he producido algún modesto lienzo e incluso alguna labor escultórica en esa dirección expresiva. Pero hoy quisiera rendir tributo a las manifestaciones cotidianas aleatorias de lo abstracto que se producen a nuestro alrededor sin que nos paremos a prestarles atención.

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Emulsiones

Ya dijo Santa Teresa que entre los pucheros anda el Señor” (Fundaciones 5,8) y hace unos días me sorprendió que exactamente donde pongo los pucheros a hervir se me apareció, como modesta diosa, la abstracción pictórica.

Arte efímero 2. Phenoxyethanol y materia tensioactiva sobre vitrocerámica. Foto R. Puig

No sé yo, pero me parece que si nos ponemos a pensar lo que estas formas representan en su aleatoria expresividad, podríamos por ejemplo imaginar algún tipo de tormenta cósmica en una galaxia lejana,

Arte efímero 3. Phenoxyethanol y materia tensioactiva sobre vitrocerámica. Foto R. Puig

sin que falte algún que agujero negro a millones de años luz. Al fin y al cabo, las imágenes que nos traen las sondas espaciales, cuando van por el espacio retratando los orígenes del universo, son como borrones de la mano de un creador que incluso bajo los pucheros deja efímeras imágenes de lo que aquel caos inicial pudo ser: una inconmensurable papilla.

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Visitaciones

Arte efímero 4. Laminillas de plexiglás y luz de día. Foto R. Puig

Que mis admirados artistas visuales me perdonen, pero me arriesgaría a decir que sin pagar sus elevadas tarifas, ustedes y yo podríamos obsequiarnos alguna que otra obra de esa tendencia, con sólo abrir los ojos a nuestro alrededor.

Arte efímero 5. Laminillas de plexiglás y luz de día. Foto R. Puig

Lejos de mí querer emular a mi admirado Mark Rothko, pero, cuando hace nada observaba las ventanas de mi estudio, me pregunté en qué momento y ante qué imágenes diarias, aquel gigante del expresionismo abstracto norteamericano inició la revolución personal que le condujo a producir sus inimitables lienzos.

Arte efímero 6. Laminillas de plexiglás y luz de día. Foto R. Puig

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¿ Sería que Rothko miraba al mar cuando se produjo su milagro agustiniano (*) ?

Anochecer en la playa de la Almadraba ayer. Foto R. Puig

Notas:

(*)

Una tradición medieval recoge la historia inicialmente narrada sobre un teólogo en abstracto que más tarde fue identificado con San Agustín, cuenta la siguiente anécdota:

Un día San Agustín paseaba por la orilla del mar, dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De repente, alza la vista y ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena, a la orilla del mar. Le observa más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo.

Así el niño lo hace una y otra vez. Hasta que ya San Agustín, sumido en gran curiosidad se acerca al niño y le pregunta: «Oye, niño, ¿qué haces?» Y el niño le responde: «Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este hoyo». Y San Agustín dice: «Pero, eso es imposible».

Y el niño responde: «Más imposible es tratar de hacer lo que tú estas haciendo: Tratar de comprender en tu mente pequeña el misterio de Dios». (Fuente: Catholic.net).

Dublín(2): el Arte y la Historia de Irlanda

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En el Jardín del Recuerdo de Dublín la escultura de Oisín Kelly plasma la leyenda de los Niños de Lir que partiendo de mitos precristianos narra como los amados hijos del rey Lir fueron trasformados en cisnes por su madrastra celosa y como, al cabo del tiempo, San Patricio, el patrón de Irlanda que trajo a la isla la fe cristiana, los liberó de su cautividad.

Estos cisnes que nacidos de los sufrimientos alzan el vuelo se convierten así en una escultura que recuerda simbólicamente como tras duros siglos de colonización británica los irlandeses alcanzaron su libertad gracias al sacrificio de muchos.

No es esta la única muestra de las obras de arte que en Dublín y a lo largo de la geografía irlandesa hermanan la creatividad de sus artistas con lo vivido por los irlandeses durante la dominación de su poderoso vecino. La historia de Irlanda está bien documentada (*) y lo vivido en Irlanda, en particular tras la creación de una religión de estado anglicana fundada en la Reforma protestante a partir del reinado de Enrique VIII, cruelmente acentuada por las leyes penales que durante casi tres siglos oprimieron a los irlandeses, en especial reprimiendo a los de confesión católica tras la invasión de las tropas de Oliver Cromwell (1599-1658).

Justo enfrente del jardín del recuerdo está la Hugh Lane Gallery con su magnífico recorrido del arte moderno europeo. Pero en el caso de mi visita me centro hoy sobre todo en la pintura irlandesa en este aspecto de su relación con la historia de Irlanda antes de su independencia, la parcial de 1921, que culminaría con la proclamación de la República de Irlanda en 1948.

El lienzo de Daniel Maclise (1806 – 1870) sobre el movimiento Rockite, una lucha que desde 1820 enfrentó a los aparceros irlandeses, sujetos a diezmos abusivos, contra la explotación por parte de los lores propietarios afines al dominio británico que se habían ido apoderando de las tierras de los católicos irlandeses desde el siglo XVII en adelante, muy en particular tras el Tratado de Limerick (1691) a partir del cual se implantaron duras leyes penales contra los católicos irlandeses.

Parecido orden de cosas, fue el generado por la gran hambruna (1845- 1852) que partiendo de la plaga de la patata acabó con la vida de una multitud estimada en un millón de personas, sobre la cual Sir Charles Trevelyan, decidió limitarles la ayuda alimentaria declarando que “the judgement of God sent the calamity to teach the Irish a lesson” (el juicio de Dios envió esta calamidad para dar una lección a los irlandeses).

Muchos grandes propietarios aprovecharon la situación para desahuciar a sus aparceros…

Como ilustra Robert George Kelly  en su cuadro «Un desahucio en Irlanda». (1848. National Gallery of Dublin):

Ya desde el Tratado de Limerick se habían producido las emigraciones de los oficiales y soldados católicos derrotados, perseguidos y con su tierras y propiedades expropiadas, algunos de los cuales vinieron a servir, con cartas de recomendación de los obispos irlandeses, en España y otro países europeos. Esta es una historia, de la que un antepasado del que aquí escribe formó parte (**), pero que merece capítulo aparte.

En mucha mayor medida la great famine del siglo XIX superó, con su inmensa mortandad y la emigración que se derivó, la depredación y la emigración de refugiados que en en los siglos XVII y XVIII había producido la violenta dominación británica.

Edwin Hayes. Barco de emigrantes en la bahía de Dublin. (1853). National Gallery of Ireland

Para terminar y volviendo a la Hugh Lane Gallery, vale la pena resaltar el trabajo que en ella se ha hecho, para recuperar y recolocar pieza a pieza el ingente caos del pintor de unas metamorfosis que en su plástica experimenta la imagen del ser humano, por no decir de la descomposición de la figura humana, a través de una expresión exclusivamente suya, que nos sigue impactando, sea que comprendamos su proceso pictórico-mental (pocos pintores contemporáneos se han expresado tanto) o que no logremos acompañarle en esa vivencia de la corporeidad (***).

He aquí una imagen de ese estudio, en el mismo y preciso caos en que Francis Bacon (Dublín 1909 – Madrid 1992) amaba pintar y tal como lo dejó a su muerte y lo recolocó al milímetro el equipo de Barbara Dawson, la directora, en la Hugh Lane Gallery, gracias a la donación de los herederos del pintor.

Notas:

(*)    Por ejemplo: The course of the Irish History, edited by T.W. Moody & F.X. Martin, enlarged edition, The Mercier Press, Cork, 1984, 479 pp. (hay ediciones que completan el recorrido hasta nuestros días).

(**)  Patrick De Lacy O’Carroll (Portumna, Galway, 1706 – Valencia 1758).

(***) En este blog: Convergencias de arte y literatura (I): Francis Bacon y Thomas Bernhard. La compasión despiadada (22 de setiembre 2013).

Observación: algunos problemas inesperados del sistema han producido algunos defectos de formateado en esta entrada, que espero no se repitan en las próximas, y que han retrasado la entrada de este post.



De un viaje a Irlanda (VIII). Cork (2): miscelánea con algo de Arte.

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Cork 28 de junio del 2023. Desde la barra del pub. Foto R. Puig

En Cork hay como en otras ciudades de Irlanda un lugar, el pub, que por las tardes reúne para una pinta de Guinness o un whisky Jameson, por poner dos ejemplos, a locales y foráneos, que además aprecien la música popular irlandesa. En el penúltimo de mis atardeceres en Cork, después de una merienda cena sin mayor historia, me senté en la barra del pub de la esquina cercana a tomar una cerveza (discreto tamaño de caña) atraído por el sonido del acordeón, unido al de la guitarra española de uno de los dos músicos que además era el vocalista de una balada irlandesa. La nutrida audiencia les acompañaba con sus palmas.

Junto a mí en sus respectivos taburetes con unas jarras de cerveza estaban un americano y su esposa que habían venido de periplo añorante por Irlanda desde su Pensilvania. Son muchos los estadounidenses de familias oriundas de Irlanda que están de viaje por tierras irlandesas en estos meses de verano. Algo teníamos pues en común, así que estuvimos aplaudiendo juntos a los dos maduros interpretes.

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Anteriormente

Ese mismo día me había dado una vuelta por el antiguo barrio de Shandon y había aprovechado para subir a la torre de la más antigua iglesia de Irlanda por lo que a continuidad de culto se refiere.

St. Anne’s church, Cork. Foto R. Puig

Ascendí los 132 escalones hasta el balcón que rodea lo alto de la torre del reloj de la St. Anne’s Church de Cork que tiene una altura de 36.6 metros desde donde se domina una completa vista de la ciudad. La iglesia se terminó de construir en 1770 sobre las ruinas de la antigua de 1629, destruida durante el sitio de Cork en 1690. La maquinaria de sus campanas pesa dos toneladas emplazada en una de las más amplias caja de campanas de Europa.

Se puede ver la panorámica que filmé de Cork (youtube) desde la torre en la nota (*)

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En la Galería Crawford

I

De las muchas cosas que puedo ilustrar, por hoy me voy a contentar con algo de mi visita a la Crawford Municipal Art Gallery, donde había varias exposiciones en curso. Por ejemplo la exposición Recasting Canova.

Torso de Belvedere. Colección de vaciados de Antonio Canova en escayola en la Crawford Gallery de Cork. Foto R. Puig

Los vaciados de Antonio Canova (1757 – 1822) fueron encargados por el Papa Pío VII como un regalo para el Príncipe Regente (más tarde el Rey Jorge IV) en agradecimiento por el papel de Gran Bretaña en el derrocamiento de Napoleón en la Batalla. de Waterloo (1815). Fabricados en Roma, estos moldes se enviaron posteriormente desde Deptford, Londres, en octubre de 1818 y, desde su llegada a Cork, han transformado las formas en que se aprecia, estudia y practica el arte en el sur de Irlanda.

(información que he traducido de la web de la Crawford Gallery)

Esta exposición me ha recordado los numerosos vaciados en escayola de estatuas griegas y latinas que hay en la Gipsoteca de la Universidad de La Sapienza en Roma, a la que me llevaban las clases de Anatomía Artística del profesor Marco Bussagli durante mi año de estudios en la Accademia di Belle Arti de Roma.

En los cursos de dibujo de la Facultad de Bellas Artes de Altea también nos ejercitábamos en retratar al carboncillo los vaciados en escayola de esculturas clásicas. Este fue mi dibujo del examen final de 1º de Dibujo en junio del 2009, que más tarde coloré a la tinta china.

El torso de Belvedere. Dibujo de R. Puig, 2009.

No esperaba encontrar de nuevo en Irlanda a este viejo conocido, que inspiró a Miguel Ángel (1475 – 1524) cuando fue descubierto a principios del siglo XVI. Hoy se halla en el museo Pio Clementino del Vaticano. A ese museo también íbamos para practicar el dibujo de anatomía artística de animales en medio de la riada de turistas de todo el mundo.

II

Pero hoy quisiera detenerme sobre todo en la muestra en curso, también en la Galería Crawford, de una artista norirlandesa que entre sus inspiraciones tiene, como ella ha manifestado, las pinturas negras y los desastres de la guerra de Goya. Le viene asimismo algo de El Bosco y Brueghel.

Para mí todo un descubrimiento. Se trata de Rita Duffy

Nacida en 1959, es una de las artistas más representativas de arte feminista irlandés, con predominio de la sátira expresionista en una pintura que quema como el vitriolo. No necesito añadir que su trabajo me fascina.

Rita Duffy, Epiphany (2021), de la trilogía sobre el estado del mundo 2021-2023. Foto R. Puig
Rita Duffy, Belfast to Byzantium (2022), de la trilogía sobre el estado del mundo 2021-2023. Foto R. Puig
Rita Duffy. Ornithoper (2023). de la trilogía sobre el estado del mundo 2021-2023. Foto R. Puig

También de esa su línea socio-política son algunos de sus esbozos en grafito sobre lino, preparatorios de la serie El emperador está desnudo; decididamente feroces. Los títulos los he inventado yo pues no se les daba ninguno en la muestra.

Este primero se inspira en la historia de Nerón que tocaba la lira mientras ardía Roma.

Rita Duffy, ‘Trump toca el violín mientras incendia América’, grafito sobre papel (2020) Foto R. Puig

En el siguiente, la cabeza del caballo tiene algo del Guernica de Picasso y recuerda la carga de la caballería ligera, en este caso hacia el Capitolio.

Rita Duffy, ‘Trump como cowboy’. (2020) Foto R. Puig

El que sigue es una deconstrucción de todos los cánones clásicos del trasero humano.

Rita Duffy, ‘Golf en Mar-a-Lago’, (2020) Foto R. Puig

Este que sigue alude a mi modo de ver a la valoración que tiene Trump de los ciudadanos americanos, como si fuesen quesos para rallar, consumir o desechar según sea el menú del momento.

Rita Duffy, ‘Trump rallador . (2020 Foto R. Puig

Los cuadros siguientes, también son de naturaleza política. El primero sitúa en un circo el Protocolo firmado por el Reino Unido con la Unión Europea en 2021 para afrontar el caos generado por el Brexit en Irlanda del Norte (**).

Rita Duffy. Protocol. (2021). Óleo sobre lienzo. Foto R. Puig

En este lienzo se escenifica la insufrible partición de Irlanda.

Rita Duffy. Partition. (2023). Oleo sobre lienzo. Foto R. Puig

La partición se representa alegoricamente como un acto de magia circense en el que la mujer, es decir Irlanda, se somete a la sierra de un invisible mago ante un público de impotentes espectadores, a su vez hechos pedazos.

Para acabar con las alegorías irlandesas, he aquí cuadro que ironiza sobre un aspecto de de la vida real de una familia, como la suya, que vive en Irlanda del Norte a poca distancia de la frontera con la Irlanda independiente, y que, para salir de vacaciones atravesando la frontera, ha de hacerlo a escondidas de sus vecinos, que consideran el irse a descansar en la República de Irlanda una especie de traición a la causa unionista (este comentario no es mío sino de la propia artista).

Rita Duffy. Exodus (2023). Óleo sobre lienzo. Foto R. Puig

.

Sus pequeños óleos sobre el tema del «ama de casa» son también ‘políticos’, en este caso de política doméstica. Para muestra valen tres de ellos. Los títulos los dejo a la creatividad de mis lectores, de nuevo la artista no se los ha puesto.

Rita Duffy, De la serie Housewife. Foto R.Puig
Rita Duffy, De la serie Housewife. Foto R.Puig
Rita Duffy, De la serie Housewife. Foto R. Puig

Así hasta dieciséis pequeñas escenas de 25 x 30 centímetros.

Para terminar, traigo de mi visita a la Galería Crawford de Cork, un cuadro que creo recapitula esa serie de Rita Duffy dedicada al ama de casa. El siguiente óleo es también sobre lino pero de una dimensión de 70 x 90 centímetros.

Se dice que en estos cuadros la artista ha caricaturizado sus propias facciones. En cuanto a la figura de la derecha con botas de vieja domina se admiten interpretaciones, así como sobre el personaje masculino en bata azul sobre la escalerilla doméstica que le sirve de pedestal.

Rita Duffy. Domestic madonna (2021) Óleo sobre lino. Foto R. Puig

+++

Volveremos a Cork el próximo domingo. Mientras tanto en los mundiales de fútbol femenino ¡qué ganen las mejores! (***)


NOTAS

(*) La calidad del vídeo no es buena, pues sólo dispuse del teléfono para filmarlo y soplaba un fuerte viento. Para que el enlace funcione hay que pegarlo en la ventana de búsqueda de Google. «Panorámica de Cork desde lo alto de la iglesia de St. Anne» : https://youtu.be/Xjtqdw1pSM8

(**) Dicen que el reciente nuevo protocolo para Irlanda del Norte debería funcionar mejor, pero no me pregunten a mí, pues los pareceres en Irlanda son encontrados…

(***) Claro que siempre que sea dentro de un orden…

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