El otoño cubre de colores los árboles de hoja caduca en los bosques y parques de gran parte de Europa. Es un proceso que a menudo empieza por los amarillos en sus diversas tonalidades, triunfa con los rojos de sangre y culmina con los marrones y los ocres. Progresivamente las hojas en esas tonalidades crean alfombras multicolores sobre las praderas silvestres y los céspedes urbanos.
Cerca de casa hay varios parques. A la entrada de uno de ellos, el de la «Sociedad de los jardines» (Trädgårdsföreningen) hay una escultura de la Primavera que pacientemente acepta al principio del otoño la paulatina invasión de las hojas moribundas.
La recepcionista de Trädgårdsföreningen. Foto R. Puig
Sobre los caminos del parque el pantone (*) vegetal va plasmando sus colores.
Foto R. PuigFoto R. Puig
No muy lejos en el Vasaparken asistimos a la misma evolución y paulatinamente la sanguina se va abriendo paso
Foto R. Puig
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La técnica de la sanguina
Por esas asociaciones que el recuerdo nos trae, he pensado en los dibujos de Leonardo Da Vinci, de quien en estos días estoy leyendo el estudio biográfico que le dedicó Robert Payne (**) en 1978, libro que ha caído hace poco entre mis manos en la librería de viejo (bok antikvariat) de mi barrio.
Son muchos los artistas que han dibujado a la sanguina pero me voy a limitar a algunos admirables dibujos de Leonardo y a los hallazgos propuestos por Payne a propósito del rostro de aquel hombre que señala con pasión como
el padre de la era moderna: el visionario inventor de máquinas, el estudioso de las corrientes de agua, de la fuerza que proviene de las aguas y de los vientos y del sol y las lentes incendiarias. Aquél que consideró al hombre como el señor de la naturaleza, el conquistador de los recursos de la tierra. El que en el silencio de la noche, escribiendo en sus inacabables cuadernos de notas, invocaba al futuro, hasta el punto de que nosotros seamos simples sueños de su mente desbordante.
(…)
Esa enorme ave extendió sus alas y voló más y más lejos y más arriba de lo que cualquier hombre antes había volado, e incluso hoy nosotros volamos a su sombra.
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conclusión de la obra de Robert Payne (pág.307) sobre Leonardo Da Vinci
A mi modo de ver lo más sobresaliente de esta obra del escritor inglés, además de la enorme cantidad de fuentes que estudió para su trabajo y de museos que visitó, son las hipótesis que entonces planteó sobre la fisionomía del genio, a quien siempre se había atribuido un rostro que, según Payne, es en realidad el rostro de Piero da Vinci, padre del genio del Renacimiento.
Retrato a la sanguina de Piero Da Vinci, según Robert Payne, Torino. Palazzo Reale
Por varias razones que en la obra se exponen, el famoso retrato de un anciano que muchos siguen pensando es el del artista, no es el suyo, sino que sería el de sus padre. En todo caso la cuestión sobre el rostro verdadero de Leonardo Da Vinci se sigue debatiendo.
Ya en 1978 el historiador ingles se inclinaba por considerar que otro retrato a la sanguina de la Colección del Windsor Castle atribuido a Francesco Melzi o al mismo Leonardo, su maestro, es el el más fidedigno. No obstante, en su libro se reproduce una versión casi idéntica de la Pinacoteca Ambrosiana de Milán.
Leonardo Da Vinci, retrato atribuido a Francesco Melzi. Windsor Castle
Siguiendo con sus hipótesis, piensa que Leonardo, a la edad de veintinueve o treinta años, se habría retratado en el lateral inferior derecho de su obra La adoración de los magos.
Leonardo da Vinci. Adoración de los Magos. Galería de los Uffizi
Posible figura de Leonardo da Vinci en su Adoración de los magos. Galería de los Uffizi
Y es más, citando una obra sobre los dibujos de Leonardo de Louis Desmonts (***) opina que hay un retrato en la colección de El Louvre que se sospecha sea un autorretrato de Leonardo en su madurez.
¿Posible autorretrato de Leonardo Da Vinci en su madurez? Paris, Louvre.
Concluyendo las hipótesis barajadas por Robert Payne en 1978, la cuarta posibilidad que reproduce en su obra es un «probable retrato hecho en un cuaderno de notas por uno de sus alumnos».
Retrato probable de Leonardo Da Vinci hecho en un cuaderno de notas por uno de sus alumnos según Robert Payne en 1978.
Sea como sea, hemos comenzado aquí por los colores de las hojas de los árboles de Gotemburgo en otoño, para seguir con los dibujos a la sanguina de Leonardo Da Vinci y finalizar esta entrada con las hipótesis de Robert Payne sobre el verdadero rostro de aquel genio. Esas cuatro hipótesis corresponden respectivamente a retratos a la sanguina, al óleo, al carboncillo y a la tinta negra (de esta última no cita en qué archivo o museo está el cuaderno al que alude).
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Por mi parte, colorín colorado, mis divagaciones por hoy han acabado y espero no haberme desbocado.
Leonardo Da Vinci, Caballo encabritado (1503-1504), Windsor Castle, Royal Collection Trust (****)
Notas:
(*) En 1963, se desarrolló el sistema Pantone(que significa «todos los colores») que estructuró la definición técnica precisa de los colores. Gracias a este sistema, los diseñadores gráficos pueden ver exactamente, por ejemplo, cómo se vería el “amarillo” u otro color en el papel y así proporcionar al impresor el número Pantone para asegurarse de obtener la tinta deseada.
(**) Robert Payne, Leonardo, London, Robert Hale, 1978, 344 páginas.
Robert Payne (1911-1983) fue historiador prolífico novelista, poeta y biógrafo, en resumidas cuentas un infatigable polímata inglés, al que da gusto leer.
(***) Louis Desmonts, Drawings by Leonardo Da Vinci, Paris, Albert Morancé, 1922 (no he podido encontrar algo sobre este autor)
(****) El «rearing horse» es uno de los bocetos de caballos de la colección del Windsor Castle que Leonardo dibujó para el enorme cuadro, no acabado y hoy desaparecido, de la Batalla de Anghiari.
Las Colecciones Reales británicas albergan 563 dibujos y notas de la mano de Leonardo Da Vinci y 190 documentos, incluidos también notas y dibujos, que se refieren a su obra.
Ramón Puig, «En el taller de 1º de Pintura del profesor Lorente». Facultad de Bellas Artes de Altea, 2009, óleo sobre tela
Historia de una pasión
Érase una vez un niño con gafas, estrábico e hipermétrope, con un ojo vago, que con el ojo potable iba observando el mundo que le rodeaba y, desde que los Reyes Magos le trajeron unos lápices de colores, comenzó, como es usual en tiernos infantes, a rayar todo papel que le cayese delante. Mas hete aquí que un buen día, sin haber cumplido los cuatro años, decidió expresar en un dibujo su deseo de tener un haiga (1) donde cupiese toda la familia, como aquellas con tres hileras de asientos que circulaban por las calles de Madrid, posiblemente los taxis con traspontín que eran habituales en los años 40 y 50 del siglo pasado.
Sus papás embelesados decidieron guardar aquella obra de arte, que ha llegado hasta hoy soñando ya con que su hijo sería un día un pintor famoso.
Mucha agua ha pasado bajo los puentes y aquel alevín de artista siguió pintando y dibujando en todos los lugares donde vivió estudió y trabajó, aprovechando los ratos libres e incluso apuntándose a cursos vespertinos de pintura o dibujo cuando ello fue posible. Han sido casi sesenta décadas de práctica amateur y esporádica. Algunas de sus creaciones, pocas, siguen en sus manos y, la mayoría, están en las de familiares y amigos, a quienes el niño ya grande las obsequiaba, mientras seguía guardando para la jubilación la posibilidad de estudiar y adquirir en una facultad de artes las cualificaciones técnicas ansiadas.
Aula de pintura en la Facultad de Bellas Artes de Altea. Foto R. Puig
Así que, finalmente, aquel niño consiguió ser, ya jubilado y durante dos años, un alumno de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Miguel Hernández en Altea. No le fue tan mal, pues cuando llegó la posibilidad de elegir un año de destino Erasmus estuvo en cabeza para la elección de destino: La Accademia di Belle Arti di Via di Ripetta en Roma.
De modo que en Roma pudo acrecentar su formación en Pintura y en Técnicas de Pintura con excepcionales profesores, artistas con taller y producción activa e internacional, como Giuseppe Modica y Moreno Bondi, así como descubrir, practicar y exponer escultura en travertino, lapis tiburtinus o «piedra de Tívoli», en las clases, talleres y simposios internacionales (2) en plena naturaleza de la profesora Oriana Impei, además de otras asignaturas de Anatomía Artística con el profesor Marco Bussagli y la profesora Cinzia Nardini, y otros cursos de enfoque teórico como la Historia del Dibujo y de la Gráfica con el Profesor Pietro Roccasecca, etc.
Pudo pintar con técnicas mejoradas durante aquellos años no sólo en los talleres académicos, sino también en sus sucesivos talleres, los dos primeros en Benidoleig (Alicante) y en Roma, que, acabados los estudios, trasladó a la ciudad donde ahora reside, Göteborg (Suecia), el tercero, para más tarde mudarlo a Ondara (Alicante), cuarto y actual taller, donde sigue pintando en la actualidad durante los meses de primavera y otoño.
Recientemente, movido por el deseo de exponer sus trabajos, se presentó a concurso para obtener sala municipal en Jávea (Alicante). Pero la respuesta fue un escueto correo electrónico del ayuntamiento diciendo que el jurado no le había sido seleccionado, por lo que no ha podido saber las razones que tuvieron los miembros de ese comité.
En todo caso, como el viejo artista no quisiera dejar un cúmulo de cuadros más bien grandes, para los que sus descendientes no tendrían muros donde colgarlos, el protagonista de esta historia ha optado por lanzar, a modo de mensaje en botella que se lanza al mar, esta presentación de las 16 obras presentadas al citado concurso, si bien hay muchas más que están disponibles en su taller (Ver en el Apéndice final una muestra).
La botella en el mar llega pues hoy al abra acogedora de Ensondeluz, de modo que pudiera ocurrir que flotase hasta la playa de alguna galería donde, a pesar de que este artista pensionista no ha cotizado nunca en el mercado del Arte, piensen que su obra merece ser expuesta.
El mensaje de la botella se organiza (como se hizo en la propuesta al ayuntamiento de Jávea) bajo el título de «Cuatro esquinas» e incluye como entonces un selección de 16 obras, que corresponden a las cuatro etapas de los cuatro talleres en las cuatro localidades donde las obras se realizaron, a lo largo de catorce años, desde setiembre del 2008 hasta hoy.
CUATRO ESQUINAS
1
Altea y Benidoleig (2008 – 2010)
Ramón Puig, «Desarmamiento», soldadura eléctrica, plancha de hierro de 2 mm.
“Desarmamiento”:
En octubre del 2007 estaba en Els Poblets cuando la riada del 12 de ese mes causó enormes daños en los pueblos de la Marina Alta. El agua corría desbordándose por el Carrer 14 del pueblo (donde desde 2001 tengo mi vivienda en España. Aquellas imágenes de como el río Girona desmantelaba la obra de los seres humanos en pocas horas se quedaron grabadas en mi memoria, hasta el punto de que cuando empecé al año siguiente, ya jubilado, a trabajar con el hierro en los talleres de la Facultad de Altea propuse un boceto de lo que sería la obra a la que llamé desarmamiento por como la naturaleza desmonta en pocos instantes la obra del hombre, siendo un cubo perfecto abierto y deformado el símbolo de ese impacto.
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Ramón Puig, 2009, «Ifach antes de la salida del sol». Óleo sobre cartón,70 x 50 cm.
“Ifach antes de la salida del sol”:
Durante el primer año de mis estudios en Altea solíamos bajar a dibujar a la playa del Cap Negret no lejos del puente sobre el río Algar de la N332 en dirección a Calpe. Desde ese puente se tiene una vista privilegiada, que varía sus luces con las horas del día, del morro del Miserat y del Peñón de Ifach. No sólo me dio motivo para ir a dibujar y pintar a diversas horas del día esta visión, sino que por entonces había descubierto la obra del malogrado Emilio Varela (1887 – 1951) extraordinario pintor de paisajes de luz alicantinos, deprimido y olvidado después de la guerra civil. No merezco titular mis visiones del Peñón de Ifach “homenaje a Varela) pero cuando las pinté pensaba en él. Esta primera era un boceto rápido antes del amanecer,
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Ramón Puig. 2009, “Ifach siete de la tarde 6 de mayo 2009”, Óleo sobre tela,120 x 80 cm.
“Ifach siete de la tarde 6 de mayo 2009”
Como resultado de aquellas pruebas, me instalé en el puente en la fecha y hora que se señala en el título y además de tomar fotografías para captar los colores y sombras del momento, pergeñé el proyecto que finalmente ejecuté al óleo en el cuadro que se presenta.
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Ramón Puig. 2009, «Sala de espera», óleo sobre lienzo, 130 x 97 cm.
“Sala de espera”
Este cuadro nació de un rápido boceto que dibujé en mi carnet durante una espera en la sala de la estación de Xeraco esperando el tren de cercanías a Valencia. El personaje que aparece es real, así como su gorro, así como el periódico o revista que leía en esa postura. La luz entraba así por el ventanal o puerta de la sala de espera. Lo que falta es una señora con gafas sentada en otro banco que había en el muro y que en el cuadro aparece vacío. De este modo estaba queriendo, ¡ay de mí!, emular las obras maestras -esas sí- de Edward Hooper ,en las que su personajes parecen estar inmovilizados en una espera de no se sabe bien qué.
2
Roma (2010 – 2011)
Ramón Puig, «Al ascolto del acqua», Roma 2010, Travertino
“All’ascolto del acqua”
«A la escucha del agua» es una talla en el hermoso veteado mármol travertino de las canteras de Tívoli que surten gratuitamente a la profesora Oriana Impei de la Accademia de Roma. Fue el boceto que realicé en el Campus de Campo Boario con objeto de lograr ser elegido para el Simposio de escultores al aire libre en el Parco Regionale dei Monti Lucretili en la comuna de Licenza (Lazio). El simposio se denominó “Il Giardino dei Cinque Sensi” (El jardín de los cinco sentidos), y tuvo lugar en la primavera del 2011. El resultado, fue una pieza de cerca de dos toneladas que tuve el placer de tallar, tras ser seleccionado mi proyecto: una oreja que capta el sonido de una cascada junto a la que está instalada y a la que se puede arrimar el oído para escuchar las aguas (2).
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Ramon Puig, 2010. Autorretrato, Óleo sobre tela, 60 x 80 cm.
“Autorretrato”
El curso de pintura para el que tuve la suerte de ser seleccionado por el profesor Giuseppe Modica, tras un examen de una muestra impresa de mis obras anteriores, exigía como uno de los primeros ejercicios, la realización en el mismo taller de los cursos y tras la discusión con él de los bocetos previos (al menos tres) de un autorretrato al óleo, para lo cual el taller tenía los apósitos espejos. Este autorretrato es el resultado de aquel ejercicio académico.
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Ramón Puig, 2011, «Lungotevere». Roma. Óleo sobre lienzo. 120 x 80 cm.
“Lungotevere«
El río de Roma, el Tevere (Tíber), discurre muy cerca de la Accademia (campus de via di Ripetta) flanqueado de elevados murallones (muraglioni), construidos a finales del siglo XIX para contener las cíclicas y destructivas inundaciones causadas por su cauce hinchado en la temporada de lluvias. Los paseos del borde del río bajo estos altos muros llevan el nombre de lungotevere (a lo largo del río) La imagen de espejo calmado que he captado en esta obra es de uno de esos días en que ni siquiera una ligera brisa rizaba sus aguas. Inicialmente había una figura humana bajando las escaleras, pero preferí dejar la escueta imagen de la estaca de amarre como testigo de aquel instante algo metafísico. Por entonces me interesaba por la pintura de los casi despoblados entornos arquitectónicos de De Chirico, más que por, a mi modo de ver, mejorables anatomías y fisionomías humanas.
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Ramón Puig. 2011, «Notte di pioggia a Pîazza Cavour». Acrílico y óleo sobre tela, 110 x 90 cm.
“Notte di pioggia a Piazza Cavour”
Noche de lluvia en la Plaza Cavour tiene su origen en que solía a menudo, tras las clases de la tarde en la Accademia, atravesar el cercano Ponte Cavour, no lejos del lungotevere anterior. Paseaba y tomaba una merienda cena por los barrios detrás del Castel Sant’Angelo, antes de volver a la plaza para coger el autobús hacia mi barrio de Ponte Milvio. En una de esas esperas en la parada, ya de noche de invierno, me sorprendió una lluvia violenta. Las fotos que tomé de la plaza bajo la lluvia, con las luces de edificios y del Palacio de Justicia, así como las del tráfico de coches y motos y del pavimento refulgente de los sampietrini (los adoquines romanos) quedaron registrados. A partir de ahí pasé, en mi taller del apartamento que alquilaba en Ponte Milvio, a los bocetos y al lienzo definitivo, que presenté en las clases de Técnicas de Pintura del profesor Moreno Biondi, de las que, a partir de entonces, se nutre mi técnica de trabajar el cuadro en acrílico, para que seque rápido hasta una versión que me complazca, para luego trabajar calmadamente con tres capas de óleo sucesivas.
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Ramón Puig. 2011, «Perplexus pontifex». Acrílico y óleo sobre tela, 120 x 100cm.
En mi cuadro del Pontífice perplejo (galardonado cum laude en el examen final de mi año en la Accademia di Belle Arti de Roma) represento, con anatomía inspirada por el torso de Belvedere (precisamente en los Museos Vaticanos) a un papa que sintió remordimientos por su mala conducta y, siguiendo el consejo de San Pablo, se fue quedando como había venido al mundo (hasta el anillo pontificio se quitó). Pero al llegar a la tiara, símbolo máximo del poder papal, se sentía tan apegado a ella que no era capaz de quitársela. Ya estaba completamente desnudo, pero penaba a la idea de despojarse de su triple corona, pues además es la antena parabólica de su comunicación con el Espíritu Santo, que le suministra la infalibilidad. El edificio que se ve en la ventana es fiel imagen de los aposentos papales sobre el patio interior que crucé varias veces para ir a la Biblioteca Vaticana.
En la tradición de los emperadores romanos, la Ciudad Eterna ha sido pródiga en el arte del desnudo, del ideal de la mujer, del héroe atlético y de los mitos de la Antigüedad, tanto en la Basílica de San Pedro y en otros templos y palacios pontificios de la urbe, como en los Museos Vaticanos. Pero los artistas pontificios fueron parcos en desnudar a cualquier autoridad o mito, sagrado o profano, de los que han dominado el mundo cristiano. Cuando Miguel Ángel lo intentó con Jesucristo, vino el Concilio de Trento y encargaron a Volterra que pusiera bragas a los protagonistas de su Juicio Final.
Los Papas han estado revestidos de varias capas de materia textil, a menudo ornadas con hilos y piedras preciosos, así como coronados con la triple tiara, herencia faraónica. Esta tradición sigue vigente. No es extraño pues que al llegar el papa Julio II (Della Rovere) a las puertas del paraíso, aquel duro guerrero y mecenas financiador (por vía de diezmos, primicias e indulgencias) de tantos desnudos renacentistas, ofendido (como cuenta Erasmo en un libelo famoso) porque no le abría San Pedro cuando reclamaba su derecho a entrar inmediatamente en el cielo, pues no cumplía aquello a lo que San Pablo anima a los primeros cristianos: desnudarse del hombre viejo y revestirse del espíritu evangélico (Ad Efesios, 4, 22).
3
Göteborg (2012 – 2016)
Ramón Puig, 2014, «Niflheim». Acrílico y óleo sobre tela. , 120 x 100 cm.
“Niflheim”
El mundo del hielo junto a los otros dos cuadros (“Muspelheim” y “Midgard”) completa la trilogía dedicada a los mundos míticos ideados por los pueblos nórdicos originarios, El mundo oscuro del hielo, por el que los malvados transitan hacia las regiones de la muerte, es inhóspito para los seres humanos, semejante a los parajes del círculo polar ártico en los que esta representación se inspira.
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Ramón Puig. 2014, «Midgard». Acrílico y óleo sobre tela, 120 x 100 cm.
“Midgard”
El mundo de en medio presenta uno de los tres mundos de la cosmografía nórdica arcaica que define los entornos de la mitología originaria de los pueblos escandinavos. Viviendo y pintando en mi taller por entonces en Gotemburgo mi imaginación, motivada por algunas lecturas al respecto, se fijó en ellos. El mundo de en medio es el único habitable para los seres humanos y en el surge el verde del universo vegetal y los dioses velan sus sueños.
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Ramón Puig. 2014, «Muspelheim». Acrílico y óleo sobre tela,100 x 80 cm.
“Muspelheim”
En este lienzo de el reino del fuego se imagina el mundo del fuego, hábitat imposible para los hombres y sólo habitado por poderosos gigantes. En realidad la imagen estuvo motivada en un atardecer en el que el cielo de Gotemburgo fue extremadamente rojo y las siluetas de algunos edificios parecían inmersas en un incendio.
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Ramón Puig. 2014, «Gotemburgo en la noche». Acrílico y óleo sobre tela,120 x 100 cm..
“Gotemburgo en la noche”
A dos pasos de mi atelier de Gotemburgo, situado al norte de la ría en el distrito de Hisingen, se halla el embarcadero del transbordador en el que desembarcaba o embarcaba en mi trayecto entre el apartamento en que resido del centro de la ciudad en el sur de la ría y el taller donde pintaba. A menudo se hacía noche a la hora de volver a casa y las luces de la ciudad se reflejaban al otro lado del curso de agua. Este es el origen de este lienzo en que Gotemburgo aparece a lo lejos con un halo de misterio tranquilo y de oscuro silencio.
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Ramón Puig. 2015, «El gran insecto de la ría». Acrílico y óleo sobre tela,120 x 100 cm..
“Gran insecto en la ría”
En esa misma orilla norte había un gigantesco dique seco, que poco después de acabar esta pintura se vendió a los astilleros de Dunkerke en Francia. Esa enorme estructura era el último vestigio de los bicentenarios astilleros de Gotemburgo. Sus enormes grúas, que esas sí se han quedado por su valor de patrimonio de la historia industrial de la ciudad, se movían sobre los grandes buques en reparación. La pintura corresponde a una visión del último gran ferry de Stena Line que fue remozado en aquel dique seco. Su apariencia, rodeado de las rojas estructuras de las grúas, se me presentó como un gran insecto asentado sobre sus patas al que retraté.
4
Ondara (2016 – …. )
Ramón Puig. 2018, «Segaria». Acrílico y óleo sobre tela. 120 x 80 cm
“Segaria”
Eecreación libre de las muchas veces que he mirado a la montaña del Segaria desde los pueblos de El Verger y Els Poblets.
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Ramón Puig. 2022. Una mañana en Els Poblets, 120 x 100 cm. Acrílico y óleo sobre lienzo.
“Mañana temprano en Els Poblets”
Este lienzo es el más reciente de los terminados, durante mis estancias en Els Poblets durante el año 2022 en mi taller de Ondara. Eran las primeras horas de una mañana cuando el sol ya se alzaba sobre unas nubes plomizas enrojeciendo el cielo y creando reflejos en el agua de la Playa de la Almadrava de Els Poblets vista hacia su punta de levante por la que desemboca en el mar el río Girona. Es la vista desde mi terraza. No hay un solo día que luzca igual en este rincón del cielo, donde la monotonía no cansa jamás la vista.
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Apéndice
Lo anterior, como ya se ha dicho, es sólo la selección de 16 obras presentadas al concurso de Jávea, que obligaba a no superar el número de veinte obras. Por ello a continuación agrego algunas más (3):
Fase de Altea / Benidoleig
Ramón Puig, 2008 to 2012. Imprecacion 200 x 200. Técnica mixta, acryilic, oil, marble sand.Ramón Puig, 2009, «Bodegon 2 , 110x85cm., óleo sobre tela
Ramón Puig, 2010. «Tramonto levantino» (Puesta de sol en Levante) , 200 x 200 cm., óleo sobre tela
Fase de Roma
Ramón Puig, 2011,»Ponte Flaminio», 120 x 80 cm.,óleo sobre lienzo»,Ramón Puig, 2011, «Aurora.» Playa Almadrava. Óleo sobre lienzo, 120 x 80 cm.
Fase de Gotemburgo
Ramón Puig, 2014, «Canal en la noche», 120 x 100 cm. Acrílico y óleo sobre tela. Ramón Puig, 2015, «Casas del acantilado», 60 x 50 cm., Acrílico y óleo sobre tela.Ramón Puig, «Alameda», 120 x 100 cm. Acrílico y óleo sobre tela.
Fase de Ondara
Ramón Puig, 2018, «Escania en invierno». 100 x 80 cm, Acrílico, óleo y arena de mármol.
Ramón Puig, 2018, «Escania en primavera». 100 x 80 cm, Acrílico, óleo y arena de mármol.Ramón Puig, 2018, «Escania en verano». 100 x 80 cm, Acrílico, óleo y arena de mármol.
NOTAS.
(1) Haiga, Diccionario de la RAE: «Automóvil muy grande y ostentoso, normalmente de origen norteamericano». El diccionario explica que el nombre procede de una frase que de chiste se atribuía al nuevo rico poco culto que al ir a comprar un coche y le decía al vendedor: deme el más grande que haiga (por que haya).
Escultura de Anna Hayatt Huntington, El Cid Campeador a la entrada al Museo de la Legión de Honor de San Francisco. Foto R. Puig
A las puertas del Museo de Bellas Artes
De los días que hemos pasado en California visitando a nuestra familia, destaco hoy algo que me ha llamado favorablemente la atención, sobre todo en estos tiempos en que las reivindicaciones de lo originario, justas en muchos casos, conducen a tergiversaciones que propugnan la destrucción de modestos monumentos, por ejemplo aquellos que conmemoran al fraile franciscano Junípero Serra iniciador de las 21 misiones españolas que jalonaron las tierras californianas.
Por eso, en cierto modo, causa sorpresa que se conmemore la memoria del Cid Campeador en la mismísima entrada del museo de la Legión de Honor de San Francisco, que visitamos con ocasión de una bella muestra de dibujos de Botticelli.
Entrada al Museo de la Legión de Honor de San Francisco. Foto R. Puig
El museo se ensancha en su frente hacia una balconada desde la que se divisa el skyline de la ciudad junto al estrecho del Golden Gate fundada por colonos españoles en 1776, que tras un período como parte de Méjico fue ocupada por los Estados Unidos en 1845.
San Francisco desde el Museo de la Legión de Honor. Foto R. Puig
Pero, cosas de la memoria, a quien se conmemora en la explanada de su principal museo es a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid español, quien ni siquiera, allá en el siglo XI, soñó con honores parecidos.
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Dibujos de Botticelli
Mi selección de la muestra de los dibujos se centra en algunas fotos que pude tomar y que salieron más claras a pesar de la lógica baja iluminación que es regla en exposiciones de dibujos originales tan antiguos y delicados, descartando otras que no salieron nítidas. Con la sola excepción de la última de esta serie que está tomada directamente del catalogo y que he incluido por el interés de sus coincidencias con otras iconografías, y por la curiosa hagiografía popular de la santa de la que trata.
1
Filippo Lippi, la Magdalena, ca. 1460, punta de plata y tinta blanca sobre papel preparado en ocre, Kunstpalats Düsseldorfs, Foto R. Puig
En la introducción, del por otro lado estupendo catálogo, se cuantifica el número de los dibujos de SandroBotticelli (1445-1510) sin incluir a los 85 que tienen los Museos Estatales de Berlín que el genio italiano realizó sobre la Divina Comedia de Dante, de los cuales una excelente selección tuve ocasión de ver en la Galería Courtauld de Londres en 2016.
Salvado este inexplicable olvido , tengo el gusto de presentar algunos de los expuestos, obra tanto de su maestro Filippo Lippi (1406-1469), del propio Sandro Botticelli (1445-1510) o de su taller, y también de colegas de su aventura artística como Filippino Lippi (1457-1504) hijo de Filippo, o coetáneos como Andrea del Verrocchio (1435?-1488) y Antonio Pollaiulo (1431-1498) entre otros.
2
Giuliano da Sangallo (1443-1516), Judit con la cabeza de Holofernes, ca. 1485, Foto R.Puig
Algo que me parece oportuno remarcar en esta Judit es que hay también una pintura de Botticcelli de 1495 que la representa en la exposición, procedente del Rijkmuseum de Amsterdam, pero pintada a la témpera y de variados colores, es posible que inspirada por el dibujo de Giuliano de Sangallo, fechado diez años antes.
Sandro Botticelli, Judit con la cabeza de Holofernes, témpera, ca. 1495, Rijkmuseum de Amsterdam
En la posición y actitud de la figura hay un patrón que se repetirá incesantemente en la representaciones de las virtudes, tanto las teologales como las cardinales, en los sucesivos siglos del arte europeo. Es de señalar que muchas de estas representaciones presentarán a la Justicia con una espada, aunque, en lugar de la cabeza de Holofernes, sostendrá una balanza y a menudo se mostrará con los ojos vendados. Recientemente el estudio de miles de representaciones plásticas de la Justicia llevado a cabo durante varios años y correspondientes a los siglos XV, XVI y XVII por la doctora ValérieHayaert Ph.D. en seis países europeos ha dado como resultado un libro apasionante sobre la anatomía de la alegoría de Lady Justice (*).
Pero el dibujo que más ha atraído mi atención es el que se refiere a la leyenda de la santa (quizás la única santa travestida de la Historia), Santa Marina (virgen y monje), que tantas devociones y creación de iglesias con su advocación ha suscitado en la Cristiandad.
Taller de Botticelli. Funeral y primer milagro de Santa Marina, ca. 1495, tinta y creta sobre papel gris, detalle, reproducción del catálogo (**)
Marina fue hija única. Cuando aún era jovencita su padre decidió ingresar en un monasterio y llevarla con él. A tal efecto la vistió de varón, para que varón pareciese y no hembra, y como varón e hijo único suyo presentó a la doncella ante el abad y ante los monjes, rogándoles que tuviesen a bien recibirlos a los dos en su comunidad. El abad y los monjes accedieron a su petición, y el padre y la hija ingresaron en el monasterio. Ella, con el nombre de fray Marino, hizo pronto grandes progresos en la virtud, llegando en poco tiempo a distinguirse entre los demás religiosos por su espíritu de observancia y de obediencia, y cuando ya contaba veintisiete años de edad, su padre, sintiéndose próximo a morir, le habló reservadamente, la animó a perseverar en el camino emprendido y le encargó mucho que jamás revelase a nadie que era mujer.
Marina al Monasterio, Manuscrito de Richard de Montbaston siglo XIV
Por exigencias del oficio que en el monasterio desempeñaba, fray Marino, salía frecuentemente al campo a buscar leña con una carreta tirada por bueyes, y, en algunas de esas ocasiones, al llegar la noche, se alojaba en casa de un señor, amigo de la comunidad. Tenía este hombre una hija moza, la cual, a causa del trato que mantenía con un soldado, vino a quedar embarazada. Cuando el padre se enteró de que su hija estaba preñada quiso saber el nombre del sujeto que la había puesto en semejante estado. Entonces la hija, en vez de decirle a su padre la verdad, le hizo creer que había sido violada contra su voluntad por fray Marino. Pidió el padre cuentas a fray Marino, y este, lejos de negar lo que la moza le atribuía, acepto cargar con las responsabilidades que se le imputaban y pidió perdón por una falta que no había cometido. Puesto este asunto en conocimiento del abad y de los monjes, fray Marino fue expulsado de la comunidad.
Tres años pasó el calumniado religioso en la calle, a la puerta del monasterio, sustentándose con un trozo de pan que a modo de limosna desde el interior del mismo diariamente le pasaban. Cuando el niño, cuya paternidad le habían atribuido, fue destetado, la madre y el abuelo lo llevaron al abad para que la comunidad cargara con los gastos y responsabilidades de la crianza. El abad, que no quería saber nada mas de este asunto, mandó a los monjes que entregaran la criatura a fray Marino, que era a quien correspondía cuidar de ella. Fray Marino acogió al niño y a su lado lo tuvo durante dos años. El calumniado monje, con edificante paciencia, soportó la infamia e innumerables penalidades, dando en todo momento gracias a Dios por cuanto le ocurría. Viendo los religiosos las elocuentes pruebas de humildad y mansedumbre que aquel pobre hermano estaba dando, al cabo se compadecieron de el y decidieron levantarle el castigo y admitirle nuevamente en la comunidad, con la condición de que debería desempeñar en ella los oficios más bajos y viles. Entró, pues, fray Marino, de nuevo en el monasterio, reanudó su anterior vida religiosa y con alegría, devoción y paciencia, se entrego al desempeño de las tareas que le encomendaban. Unos años después, lleno de méritos y de buenas obras, falleció. Cuando los religiosos procedieron a lavar el cadáver para luego amortajarlo y enterrarlo en el lugar más abyecto de la abadía, quedaron estupefactos, y hasta aterrados al advertir que fray Marino no era varón, sino hembra. Entonces cayeron en la cuenta de cuan dura e injustamente se habían comportado con aquella santa sierva de Dios. La noticia corrió velozmente por el monasterio y sus alrededores y con la misma prontitud todos cuantos habían vilipendiado a quien tomaron por reo, comenzaron a pedir perdón por sus pecados de ignorancia y maledicencia. La comunidad sepulto el cuerpo de la difunta Marina en un lugar noble del templo monacal.
Al descubrirse la calumnia, la mujer que la había levantado fue poseída por el demonio y empezó a proclamar por todas partes el delito en que había incurrido con sus infundios, y acudió al sepulcro de la santa doncella a pedirle perdón; y en cuanto hizo esto quedo libre de la posesión diabólica.
Santa Marina de Bitinia, Duomo de Polistena (Calabria), Italia.
Santa Marina murió un 18 de julio. Desde que fue sepultada han sido y son muchas las personas que desde todas partes acuden a venerar sus reliquias, e innumerables los milagros que por intercesión de esta santa obra el Señor.
SANTA MARINA, VIRGEN Leyenda Aurea de Jacobo de Vorágine, ca. 1264, cap. LXXXIV, Madrid, Alianza Editorial, 1982 (traducción del latín de Fray José MANUEL MACÍAS)
¡El monje Marino es en realidad Marina! (Duomo de Polistena. Calabria). Fuente St-Takla-org
La mujer castigada por su calumnia, aparece en el fondo del dibujo del taller de Botticelli, a la derecha, en el momento de ser poseída por el demonio. Obsérvese al terrible diablo macho con todos sus atributos en el momento de precipitarse sobre ella.
Versión completa de la lámina expuesta, catálogo de la exposición
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Pero, hay más santas Marina, en este caso les traigo la de Antioquía, virgen y mártir, en uno de los tres lienzos salidos del taller de Francisco de Zurbarán que la representan, el del Museo de Bellas Artes de Gotemburgo en Suecia y hay otra versión en el Museo Thyssen de Málaga (***), así como en Sevilla (Museo de Bellas Artes), entre las diversas santas representadas por el maestro español o su taller (1598-1664).
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Santa Marina de Antioquía
Francisco de Zurbarán (atribuido a su taller), Santa Marina, Museo de Bellas Artes de Gotemburgo (Suecia), Foto R. Puig
La hagiografía clásica cuenta que Marina-Margarita nació en Antioquía (en Asia Menor, hoy Turquía), hija de un sacerdote pagano, pero a través de su ama de leche conoció la fe cristiana. Al cumplir 12 años, Margarita se bautizó. Cuando lo supo su padre, renegó de ella.
Un día, cuando Margarita ya tenía 15 años, estaba cuidando a unas ovejas que pastoreaban. Pasó por el lugar el prefecto romano Olibrio, que quedó fascinado por la belleza de la joven y le propuso matrimonio. Margarita no ocultó que era cristiana. Entonces, el gobernador la entregó al cuidado de una noble mujer. Tenía la esperanza que ésta iba a convencer a la joven a renegar de Cristo. Pero Margarita fue firme y se negó a ofrecer un sacrificio a los ídolos.
Versión de Zurbarán, ca. 1631, National Galleey, Londres.
Encarcelada por no acceder a los requerimientos del prefecto, se cuenta que consiguió echar, de sí misma, un demonio de su garganta por medio del signo de la cruz; otra versión es que un demonio se le apareció en forma de dragón y la devoró, pero ella poseía un crucifijo con el cual rasgó la piel del dragón y salió de allí. Entonces la sometieron a las más terribles torturas: la azotaron con varillas, cortaron su cuerpo con tridentes, le clavaron clavos y fue lacerada con un gancho.
Sobreviviendo milagrosamente, según la leyenda, de las muñecas de Margarita se cayeron las cadenas y sobre su cabeza empezó a irradiarse una extraordinaria luz, dentro de la que volaba girando una paloma que sostenía en el pico una corona de oro.
El gobernador, finalmente, ordenó matarla, así como a todos aquellos quienes creían en Cristo. Según la leyenda, ese día fueron decapitadas 15 000 personas. Feotim, un testigo, relató los martirios de Margarita.
Wikipedia: Margarita de Antioquía o Santa Margarita (venerada en la Iglesia ortodoxa como Marina de Antioquía
Detalle del lienzo de Zurbarán en Gotemburgo, foto R. Puig
El catálogo de las santas Marina se amplía con la de Hispania y de Aguas Santas en Orense, venerada en numerosos pueblos de España y Portugal (nacida en Braga y muerta en Orense) también pintada por Zurbarán, quien además pintó a otras santas respondiendo a los encargos de numerosos lugares de nuestra geografía, en muchos de los cuales la procesión de Santa Marina (la del hijito putativo) o la mártir se celebran cada año.
Francisco de Zurbarán respondió a esos encargos dejando representaciones de 12 santas. Si quieren saber ustedes cuál es mi preferida, aquí la tienen
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Santa Catalina de Alejandría
Francisco de Zurbarán, Santa Catalina de Alejandría, colección Masaveu, Foto R. Puig (fuente )Ibidem, Foto R. Puig (fuente)Ibidem (wikipedia)
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Acabemos diciendo que, para salir de nuestra Europa, conviene recordar que hay también otra Marina en el santoral, mártir japonesa.
Y como habíamos comenzado por el Museo de San Francisco para luego seguir con diversas santas, concluiré con otra, virgen y mártir, santa tan guerrera como el Cid Campeador.
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Santa Juana de Arco
Anna Hayatt Huntington, Santa Juana de Arco a la entrada del Museo de la Legión de Honor de San Francisco, detalle. Foto R. Puig
Supongo que la han puesto a montar guardia en el flanco izquierdo del museo, compañera de futuras batallas de Rodrigo Diaz de Vivar, para defender la colina de la Legión de Honor de cualquier ataque que pudiera llegar a las costas del Pacífico californiano.
Escultura de Anna Hayatt Huntington, Santa Juana de Arco a la entrada del Museo de la Legión de Honor de San Francisco. Foto R. Puig
NOTAS
(*) Valèrie Hayaert, Lady Justice, an anatomy of allegory (Edinburgh University Press, Studies in Law, Justice and the Visual,2023, 370 pp.)
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tono original en tinta ocre y creta blanca, foto R. Puig
Las obras expuestas se caracterizan por atmósferas enigmáticas que circulan de la superficie al espacio ilusorio e imaginario de la profundidad, donde el tiempo, la luz y la memoria entreveran vivencias personales y culturales de este artista siciliano que trabaja desde hace casi tres décadas en su taller de Roma, donde además ha formado a numerosos alumnos en la Accademia di Belle Arti di Roma, entre los cuales tuve la fortuna de contarme en el curso 2010 – 2011.
Giuseppe Modica es un artista consolidado a nivel nacional e internacional, uno de los principales exponentes de una nueva metafísica en la pintura italiana de la segunda mitad del siglo XX, de quien en tres ocasiones hemos presentado obras en este blog (diciembre del 2011 y abril y mayo del 2022).
Giuseppe Modica, panel central del tríptico «Navi di guerra in transito» (160 x 120 cm.),1920-1923, óleo sobre tela
Sus tonos mediterráneos se conocen hoy bajo la señal de identidad colorista acuñada como azul Módica (azzurro Modica).
Giuseppe Modica, «Melancolia e Mediterraneo, (visione circolare)» óleo sobre tabla, 2017, 160 x 120 cm., Collezione Museo H.C. Andersen.Alumnos del maestro Giuseppe Modica en la Accademia di Belle Arti de Roma en nuestra visita a su taller en el 2011, Foto R. Puig
Nota
El título puede traducirse como rutas o como rumbosmediterráneos y visión circular.
Con motivo de la la exposición, Edizioni Manfredi ha publicado el volumen Rotte mediterranee e visione circolare. Giuseppe Modica, Roma, aprile, 2024, catálogo de 55 páginas dedicado a esta mostra, que coincide con los 41 años transcurridos desde la primera exposición personal de Giuseppe Modica en 1973.
El libro tiene el siguiente contenido:
Con la venia del editor reproduzco, como la mejor forma de entender la obra de Giuseppe Modica, su nota inicial en la que explica el sentido de esta «visión circular» de su Mediterráneo natal, a cuyos rumbos entre la paz y la guerra, a sus cercanías a sus lejanías, ha consagrado la mayoría de sus lienzos y tablas:
Traduzco algunas de sus líneas:
Es verdad que este Mar tiene rasgos de una belleza antigua con una luz resplandeciente de claridad cegadora que es también un triunfo de la vida, mas no es jamás un lugar turístico y consolador fuera de la historia y, por tanto, de las tristes vicisitudes de nuestro tiempo, en el que este Mar es escenario de crueles tragedias.
…
Son visiones metafísicas que provienen en todo caso de la realidad y que se convierten en apariciones restituidas a través de una larga interiorización y de una geografía mental en su totalidad. Está presente el horizonte y, súbitamente, más allá de su línea hay casi siempre la aparición de una tierra lejana, de una improbable fortificación y, en todo caso, de una presencia que alude a Países lejanos que se asoman al mar del otro lado de sus orillas.
…
En mi trabajo hay siempre un diafragma-filtro, un umbral a veces visible y otras imperceptible, a través del cual se organiza y se articula una circularidad sea del espacio, sea del tiempo.
PhotoEspaña 2024, Foto de Emma Puig de la Bellacasa Mejía (España – Panamá), Proyecto Mujer árbol.
De aquí para allá, sin ánimo de marcar jerarquías, dejo hoy aquí algunas imágenes de obras de artistas con las que me he encontrado en mis desplazamientos del mes de septiembre y que juzgo, cada una a su modo, valiosas.
PhotoEspaña 2024, Foto de Isabel Pinto (Portugal y Sudáfrica), Quelle heure est-il au paradis.PhotoEspaña 2024, Foto de Clara Toro (Colombia), El patio de mi abuela (en Miami).PhotoEspaña 2024, Fotos de Emma Puig de la Bellacasa Mejía (España – Panamá), Proyecto Mujer árbol.PhotoEspaña 2024, Foto de Miguel Gamart (España). Cielo abierto, en la mina de Corta Pastora, LeónAlgunas de las fotógrafas de PhotoEspaña 2024, en su exposición en el Centro de Arte de Alcobendas.Asistentes a la inauguración de PhotoEspaña 2024 en el Centro de Arte de AlcobendasArtistas participantes en PhotoEspaña 2024 en el Centro de Arte de AlcobendasEl fotógrafo mexicano Carlos Chablé en PhotoEspaña2024 en el Centro de Arte de AlcobendasPhotoEspaña 2024, Foto de Carlos Chablé, Tengo a San Antonio puesto de cabeza…
Persianas con arte, Els Poblets (Alicante), Foto R. PuigPersianas con arte, Els Poblets (Alicante), Foto R. PuigPersianas con arte, Els Poblets (Alicante), Foto R. PuigPersianas con arte, Els Poblets (Alicante), Foto R. PuigPersianas con arte, Els Poblets (Alicante), Foto R. Puig
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Arte y Transformaciones sociales en España, 1885 -1910
Museo Nacional del Prado (Madrid)
21 de mayo a 22 de septiembre
Me limito a algunas fotografías de esta ambiciosa exposición de la que sería imposible abarcar todas sus 10 secciones (Trabajo, Educación, Religión, Enfermedad y medicina, Muerte, Accidentes laborales, Prostitución, Emigración, Pobreza y marginación, Huelgas y luchas sociales) y disciplinas de las artes plásticas.
Juan Carlos Savater: «Junto al río», 2022 92 x 60 cm Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
Como decía Heráclito, «no nos bañamos dos veces en el mismo río». La nueva exposición de pintura de Juan Carlos Savater (han pasado cuatro años y medio de la anterior) confirma también que sus paisajes con figuras se renuevan y fluyen, de modo que no estaremos dos veces ante el mismo pintor y ante los mismos símbolos.
Aunque el sea la misma persona, sin embargo en su pintura estamos ascendiendo a un nuevo círculo de la búsqueda de sí mismo, de su persistente escucha de las claves que una naturaleza transfigurada le ofrece. El pintor se recrea a sí mismo en sus tablas que plasman su territorio intangible.
Juan Carlos Savater: «Santuario» 2023 100 x 90 cm Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
Juan Carlos Savater es un eremita en movimiento, de una exposición a otra su obra fluye, está en tránsito, en los cuadros del 2020 buscaba su talismán.
Juan Carlos Savater. «Talismán», óleo sobre madera 2019, detalle. Foto R. Puig
en la actual nos descubre su sortilegio
Juan Carlos Savater, «Sortilegio», 2024 Óleo sobre tabla 85 cm de diámetro. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
El manantial sigue brotando en su pintura, mas en lo que era un paisaje de su Tebaida desliza una piña y un cardo como los que encontramos en la sierra madrileña…
Juan Carlos Savater. «Manantial, óleo sobre madera» 2019. Foto R. Puig
es hoy un roquedal y unas aguas que parecen salir de un fresco medieval, donde un ángel furtivo, escapando de algún códice sagrado se asoma
Juan Carlos Savater, «Manantial», 2023 70 x 60,5 cm Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
Las aguas de ese manantial nos conducen hoy al río en cuyas márgenes se agrupan los símbolos de una meditación a la que el pintor nos invita con sus hierofanías
Juan Carlos Savater, «Árbol caído», 2022, 54 x 73 cm Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
El árbol que quería ser flor ha sido desterrado de un bosque que le rechaza y cae junto al río en una pradera de la que brotan las ramas implorantes de ocultas raíces.
En otra tabla, reducido a flor marchita y rota, muere solitario al amanecer.
Juan Carlos Savater, «Árbol caído», 2022 29.5 x 49.5 cm, Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
No es el único árbol caído. Río abajo, sobre un vado, ángeles de humana raza trasportan un árbol desenraizado. No sabemos hacia dónde transitan y si será trasplantado.
Juan Carlos Savater, «Vado», 2022, 60 x 96 cm Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
Me recuerda otro tránsito sobre un río en la exposición del año 2020, que entonces no era por un vado sino sobre un puente.
Juan Carlos Savater. «Puente», óleo sobre madera 2019. Foto R. Puig
Aquel río no recuerdo que llegase al mar; en la actual exposición, es un río de sobrio simbolismo que no tiene su fin en ningún Edén (del que nos hablaban algunas tablas de entonces), sino que se abre en estuario y se funde con el mar, a cuya orilla el sortilegio de la flor-árbol o del árbol-flor prospera.
Juan Carlos Savater, «Océano», 2023, 67 x 120 cm Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
En su estilizada planta me recuerda a un códice miniado en el que el árbol del Edén florece, muy similar al que Juan Carlos Savater ha imaginado y del árbol caído ve surgir una flor, mientras en el códice miniado encierra un conocido desenlace.
Miniatura de un códice de las Antiquitates Iudaice (Antigüedades judías) de Flavio JosefoJuan Carlos Savater, «Océano», 2022 41 x 62,3 cm, Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
En esta ocasión no he podido visitar la exposición de mi admirado pintor y amigo, por lo que habrán observado que las imágenes proceden esta vez del catálogo que me ha enviado. Quedan ya pocos días pues se cierra el viernes en la Galería Leandro Navarro de Madrid.
En todo caso, cierro los ojos e imagino que capturo algo de lo que su obra me sugiere, a la vera de su río creativo, que sigue fluyendo y nunca se repite, como si yo fuera ese pescador que más que pescar ha sido pescado por sus ensoñaciones.
Juan Carlos Savater, «Pescador», 2022, 60,5 x 62,5cm, Óleo sobre tabla. Foto del catálogo de la galería Leandro Navarro, Madrid
En la Casa de Cultura de Denia: Barro y Pigmentos, exposición de José Correa y Rafa Santacreu
Dedicado a Laura Berbegall
De la colaboración de dos artistas, un pintor y un ceramista, nace esta exposición abierta hasta el 14 de junio en la Sala Grande de la Casa de la Cultura del Ayuntamiento de Denia, en la plaza Jaume I. Es una muestra de como los colores de la pintura y de la cerámica escultórica dialogan. Se trata de una grata sorpresa para quien busca en el Arte la simplicidad junto a la calidad técnica y la vibración creativa.
Pigmentos
La intuición gobierna las asociaciones de la obra pictórica de Santacreu donde objetos humildes protagonizan el cuadro puestos en relación con figuras de belleza clásica.
«Flora», Rafa Santacreu, 2023, acrílico sobre tabla, 81 x 10 cm. Foto R.Puig
Crea así asociaciones abiertas a la intuición del espectador, que contempla la doble escena sobre la que superpone las líneas de una abstracción de inspiración cerámica sobre una mujer-primavera de rasgos botticellianos, que sostiene su vientre pleno al flanco del desecho agotado de una botella plástica.
Algo similar sucede en otra tabla el que el mismo envase prosaico se asocia a la belleza de otra mujer
«Indya», Rafa Santacreu, 2022, acrílico sobre tabla, 110 x 150 cm. Foto R. Puig
Aunque en este caso, este rostro de rasgos primigenios no acepta geometrías superpuestas.
Barro
La obra de José Correa, con quien colabora Dolores Frutos en su taller de cerámica de Jávea, provoca también nuestras intuiciones con sus figuras humanas de pequeña escala, cuyos rostros se ocultan tras un esquematismo que alude a la universalidad abstracta de lo humano.
«Geras desolado», José Correa, 2025, gres y esmalte, 28 x 11 cm. Foto R.Puig
Si la mujer de la tabla de Rafa Santacreau representaba la juventud y una vida naciente, esta obra de José Correa representa en cambio a un Geras vencido por el envejecimiento, el compañero de Tánatos que es mostrado en la cerámica de la antigüedad griega decrépito y con su báculo, al que los griegos oponían la juventud de un Heracles heroico que morirá joven. El lector avisado entiende que de su nombre procede la denominación de la ciencia de la Gerontología.
En otras obras, el ceramista contrapone al viejo desolado con los pantalones bajados (al lector sus intuiciones) otras figuras.
Una es la de una plenitud femenina que anuncia la vida:
«Busto VII C&S», José Correa y Rafa Santacreu, gres y acrílico, 22 x 14 cm. Foto R. Puig
A esta obra del artista del barro, Correa, se incorpora el aporte de una piel de exuberante trama vegetal, pintada al acrílico por Santacreau
Estas otras tres se recluyen en la desesperanza y introspección:
José Correa: «Sin esperanza», Gres, 2025, 15×10 cm; «Introspección III», Gres y esmalte, 2021,15×10 cm ; «Introspección III», 2020, Gres y óxido, 13×10 cm. Foto R. Puig
Acaso aludan al variopinto mundo de los seres resueltos al retiro con sus desengaños.
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Sea como sea, este ha sido sólo mi breve selección de entre las obras de estos dos artistas, unidos en un empeño común y en una exposición conjunta, que nos interpelan en la sala gran de la Casa de Cultura de Denia hasta el próximo 14 de junio.
Se ruega no venir descalzos
«Descalzo 1/15», Rafa Santacreu, 2022, acrílico sobre tabla, 60 x 51 cm. Foto R. Puig